32. El fin para un nuevo comienzo

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Los días se volvían oscuros y el aire era cada vez más frío.

El corazón de Hongjoong se exprimió ese martes cuando recibió una de las peores noticias.

Su padre había muerto.

En agosto, una mañana fría donde apenas y se podían ver las montañas, su padre había dejado este mundo. Hongjoong y Jiwon lloraron desconsoladamente cuando se enteraron de la noticia. Seonghwa había permanecido al lado de Hongjoong por horas que se extendieron a días, conteniendo, intentando que el dolor se apaciguara en vano.

El funeral, que había sido planeado desde que la noticia del disparo de Yeji, se llevaría a cabo en tres días.

Hongjoong no salía de su habitación, apenas comía y sólo Seonghwa tenía permitido entrar. Cada día se veía más miserable y a Seonghwa se le hacía un vacío en el pecho verlo así.

El día del funeral, el entierro, había llegado y todos los asistentes eran, en su mayoría, parte de la familia. Todos estaban vestidos de negros haciendo gran contraste con la gran variedad de colores de los ramos de flores que cargaban con ellos. El olor de tierra mojada se extendía por todo el lugar como la penumbra de cielo que se erguía sobre todos ellos además de la apenas visible niebla de aquel día.

—Aquí enterramos a un gran hombre que significó mucho para todos nosotros y que ahora se encuentra en el reino de Dios... —decía el sacerdote contratado.

—O en el infierno —susurró Jiwon. Hongjoong no pudo evitar un pequeño levantamiento de sus comisuras ante este comentario, golpeándola con su codo en el estómago mientras ella misma contenía sus carcajadas.

—... Por lo que, si alguien quiere decir algo, pueden hacerlo.

Todo quedó en silencio esperando a que los que quisieran se acercaran y dijeran sus últimas palabras hacia él. Varias personas, incluyendo a su hermana, se acercaron, le agradecieron o simplemente hablaron de lo que sentían que iba desde la admiración al más profundo de los respetos.

Hongjoong se acercó de último y puso una mano en el ataúd viendo aquel ataúd como si fuese su padre aún presente. Una lágrima se deslizó por su mejilla, la cual borró de inmediato con su dedo índice.

—Padre, continuaré con tu legado y desde arriba verás lo orgulloso que estás de mí. Lo juro —dijo con las lágrimas cortando su corto discurso que pretendía también decir que saludara a su madre allá arriba cuando la viera.

Seonghwa le sonrió cuando volvió a su lugar, poniendo una de sus manos en su hombro como apoyo.

Entonces el ataúd comenzó a bajar lentamente, y junto a él, una parte de Hongjoong. La parte dulce entre todo el mar de sangre que se derramaba entre sus manos, la seguridad de que lo que hacía era correcto y un padre que, aunque era un real demonio, siempre lo había tratado como su más grande tesoro.

Un sollozo fuerte se escuchó entonces y Hongjoong se giró a ver de quién se trataba. Era el padre de Seonghwa. El rubio se giró a ver a su novio preguntando qué ocurría, pero el pelinegro no lo miró en ningún momento.

Poco después de que el funeral se había terminado, su hermana se acercó a él, tomándolo del brazo, alejando al rubio de Seonghwa.

—¿Ocurre algo? —preguntó él sorprendido.

Ella negó con la cabeza y sonrió aún más radiante de lo que había hecho días atrás. Esto calentó el entristecido corazón de Hongjoong.

—Sólo estoy agradecida de ti.

Ella abrazó a su brazo y escondió su cabeza en su hombro. Hongjoong detuvo su caminar y se mantuvo mirándola, debatiéndose entre si podía decir o hacer algo.

hijos de la mafia » [seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora