01. Sangre

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Sangre, mucha sangre.

Desde pequeño Hongjoong nunca imaginó a lo que su familia se dedicaba.

Había vivido feliz en una familia cariñosa con una gran fortuna.

Sus padres, siempre que preguntaba a qué se dedicaban, le respondían que tenían una empresa muy exitosa que un día heredaría. Él se sentía feliz y orgulloso de escuchar eso... porque no sabía nada de lo que eso significaba en realidad.

Un día, vagando por su casa que ni siquiera conocía entera de lo grande que era, paró frente a una puerta. No le había generado interés en un principio hasta ahora, ya que se escuchaban quejidos sordos y ruidos fuertes que no supo reconocer.

A él le habían enseñado que no entrara en puertas que no conocía sin importar la razón, pero, una parte de él se sentía infantil y curiosa. Era tanto su sentir, que logró acallar la voz de la razón que le decía que se detuviera en ese momento. Que se arrepentiría.

La puerta se abrió con facilidad, recibiéndolo los mismos sonidos que había escuchado más fuerte, pero sin ser capaz de ver nada. Sintió un escalofrío en su espina que debió ser suficiente impulso para cerrarla nuevamente, pero eso nunca ocurrió.

Cuando entró por aquella puerta se sumió en lo más oscuro donde lo único que reconoció eran unas escaleras y un pasamanos que bajaban a lo que suponía era un sótano y los mismos quejidos raros de antes.

No iba a mentir, ni siquiera sabía que su casa tuviera sótano.

Tuvo de nuevo la oportunidad de detenerse, cerrar la puerta y pretender que nada ocurrió, pero... sentía que ya no había marcha atrás ya cuando sus pies caminaban por cuenta propia.

Bajó las eternas escaleras, lento y pendiente de todo. Su corazón sonaba tan fuerte en sus oídos que sofocaban las voces y gritos, ¿Eran eso que escuchaban golpes? No sabía.

Repentinamente detuvo su caminar cuando escuchó una voz fuerte y demandante llenar el lugar.

—Última oportunidad, ¿Estás de nuestro lado o de los Song?

No se escuchó respuesta, sólo jadeos y palabras sin sentido. El locutor emitió un ruido parecido a una risa bajita y todo quedó en silencio antes de que volviera a hablar.

—Oh, antes hablabas mucho. "Piedad, piedad" era lo que decías si no mal recuerdo, ¿Qué pasó? —la voz se rió tal como lo haría un villano de esas películas que solía ver.

Esa voz... no, no podía ser.

Bajó los últimos escalones que quedaban que lograba ver cada vez mejor gracias a la luz al final de las escaleras.

Ahora una ligera pared separaba la escena y Hongjoong. Todas sus extremidades temblaban y sentía sus sentidos sobre estimulados y pendientes ante cualquier cosa.

—Ah, mira, Inseong... —Hongjoong estaba cerca de ver, sólo tenía que inclinarse...— Yo te aprecio mucho. Tú eras un muy buen empleado, pero, para tu desgracia, no puedo aceptar que estés vendiendo información de nosotros y que quede impune. Lo entiendes, ¿verdad? No es nada personal.

Hongjoong se sentía llorar, le dolía el pecho.

Cuando se quiso inclinar y poder ver detrás de esa pared que le separaba de la escena un sonido lo asustó haciéndolo retroceder. Un gruñido de dolor se apoderó de la habitación, tan fuerte que pensó que se asimilaba a los latidos de su corazón que retumbaba en sus oídos. Se alejó del borde de la pared con la respiración agitada, apoyándose en esta.

Se tomó el pecho con ambas manos. Esta no era una experiencia que un niño de once años esperara vivir en su propio hogar.

—Oh, cállate, sólo fue una uña, no seas exagerado —el hombre suspiró y un sonido se escuchó ser dejada en un lugar— Señor Park, por favor, encárguese de lo que resta, ya estoy perdiendo la paciencia con él.

hijos de la mafia » [seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora