14. Robo

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El día estaba soleado, opaco, pero soleado.

Por supuesto, el clima de los últimos días había mejorado, estaba más soleado y las brisas frescas eran más constantes, pero la situación en la casa, aunque no se notaba a primera vista, había empeorado.

Todos los que sabían del plan de Song Minho debían de mantener discreción y hacer como si nada hubiese ocurrido, pero estaba lejos de ser así. A Hongjoong se le hacía muy difícil mirar a sus colaboradores sin tensar la mandíbula o aguantarse muchas cosas que quería hacer o decir, ya que, como había dicho su padre, debían de pensar con la cabeza fría y este no era el momento de pensar en otro contraataque. Y por mucho que supiera que tenía razón, sentía ira, frustración y no sabía qué hacer.

Disimular se le hacía imposible, pero lo logró bastante bien a decir verdad.

Y, al parecer, había tenido éxito, porque pasó un mes y las cosas parecían igual que siempre.

Pero algo más ocurrió.

Su padre los llamó a una reunión donde todos debían asistir, haciendo especial énfasis en Hongjoong.

Su padre, sentado en su gran oficina, con rostro de imperturbable los examinaba a todos deteniendo su mirada en su hijo.

—Han trabajado muy bien, debo de felicitarlos. He podido notar el increíble trabajo en equipo que han logrado llevar. Lamento no haber podido estar tan presente últimamente por algunos asuntos... —bajó la mirada, casi como debatiéndose consigo mismo.

Puso ambas manos en el escritorio y se levantó.

—Estoy muy orgulloso de ustedes —los miró con rostro amable a cada uno.

Algunas veces Hongjoong sentía escalofrío cuando veía a su padre sonreír así. Se le olvidaba que era un hombre de sangre fría y líder de una organización que se dedicaba al sufrimiento.

No eran muy distintos en realidad, pero la imagen de su padre torturando a ese hombre en el sótano de la casa se le había quedado incrustado en sus recuerdos y aunque había presenciado cosas más horribles, esa era la que siempre aparecía en sus pesadillas.

—Ahora, Hongjoong, necesito compartir unas palabras contigo. Los demás pueden retirarse.

Sin más, todos hicieron una venia y se retiraron sin más.

Seonghwa, el primer en abrir la puerta fue recibido por una chica pequeña con rostro tímido que miraba al suelo. No debía estar muy lejos de su edad, pero se veía mucho menor.

—Giselle, entra por favor —se escuchó al jefe decir.

La chica levantó la mirada y evadió a los que aún estaban estorbando en la puerta con agilidad. Hizo una pequeña inclinación después de pasarlos.

—Es hermosa —comentó Wooyoung distraído.

—Estoy de acuerdo —confirmó Yeji.

Todos veían como la chica caminaba hacia adentro de la gran oficina con paso firme y un caminar elegante. Estaban deslumbrados.

Los chicos de a poco fueron retirándose, saliendo de la habitación. Todos, menos Seonghwa.

Los otros chicos miraban a Giselle, pero Seonghwa mantenía sus ojos en Hongjoong. No sabía de qué se trataba eso, pero no tenía una buena sensación con ello.

Cuando las puertas fueron finalmente cerradas, la chica, Giselle se terminó de posicionar a un lado de Hongjoong con expresión seria y sin girarse a mirarlo.

Hongjoong inclinó su cabeza confundido.

Su padre notó su confusión y decidió comenzar.

—Ella es Giselle. La invité para que se quedara a vivir aquí por una temporada.

hijos de la mafia » [seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora