11. Salvaje

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El cielo estaba oscuro a pesar de ya estar amaneciendo. Era una mañana fría.

Habían pasado cerca de dos días desde que aquel hombre, el señor Gim, había sido registrado como desaparecido en la televisión y se había anunciado que pudo haber sido algún tipo de ajuste de cuentas. Hongjoong tiene que admitir que rió al escuchar aquello y sintió cierta satisfacción cuando anunciaron que el asesino aún no había sido identificado.

Su risa era malvada y mentiría si dijera que no disfrutaba cuando pensaba que nunca lo atraparían, pero también sentía una presión en su pecho de culpabilidad como si un agujero se asentara cada vez más grande, absorbiendo su corazón, su ser, su sanidad. Era una sensación muy agridulce.

Hongjoong estaba mirando por la ventana pensando demasiado y mirando el reloj de vez en cuando.

Recién salía el sol cuando escuchó unos golpes en la puerta. Sonrió cálido al saber por adelantado de quién se trataba.

La persona detrás de la puerta entró sin decir nada, quedando parada cerca de su escritorio.

Se giró en su silla y enfrentó al pelinegro frente a él poniendo ambas manos debajo de su barbilla, apoyando sus codos en la mesa.

—Seonghwa, buenos días.

El hombre hizo una pequeña venia mirándolo serio con ambas manos detrás de su espalda.

Hongjoong rodó los ojos volviendo a apoyarse en su asiento.

—¿Te ocurre algo?

Seonghwa negó con la cabeza.

—¿En serio? ¿Por qué no me hablas entonces?

Seonghwa inclinó su cabeza y le miró de esa manera que hace que su corazón se acelere nervioso, como niño al que lo atrapan haciendo una travesura. Sus ojos oscuros podían ser tan amenazantes y calientes a veces.

Hongjoong mordió su labio exasperado.

—¿Estás enojado de que no te invitara conmigo al interrogatorio de Gim?

El hombre frente a él lo miró desde arriba en silencio.

—¿Debería estarlo? —dijo Seonghwa subiendo una ceja.

El rubio dejó salir un suspiro sacando su labio en un puchero.

—Vamos, no seas así. Sabes que no tenía opción, estaba apurado ese día y no podía contarte en ese momento lo que estaba ocurriendo.

Seonghwa lucía molesto y a punto de hacer una rabieta.

—Me pudo decir antes.

—Seonghwa... no podía. Sabes que hay un espía entre nosotros, no podía decirte.

—¿Entonces piensas que soy un espía? —se cruzó de brazos.

—Yo... Ah...

Negó con la cabeza buscando las palabras correctas y no crear un lío peor.

Se levantó de la silla con las manos en sus bolsillos y rodeó la mesa para quedar frente a él.

—No es eso, pero... sabes que te cuesta guardar secretos con ellos.

Seonghwa se mostró ofendido con esas afirmaciones.

—No es verdad, sabe que guardo muy bien la información cuando me lo pides.

Hongjoong se quedó en silencio en ese momento. Bueno, sí, hasta cierto punto tenía razón. Ese hombre era una tumba cuando se le pedía, pero era un muy mal mentiroso cuando le preguntaban sobre algo sospechoso en él.

hijos de la mafia » [seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora