24. Peligro

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Ambos fueron capaces de quedarse hablando hasta el amanecer que se reflejaba tranquilo en el mar. Seonghwa había reclamado el día anterior que su ropa seguía mojada y que no quería conducir así.

Ambos abrieron las puertas del auto, quedando posicionados hacia el mar, deleitándose con el paisaje natural en un silencio cómodo. Hongjoong estaba apoyado contra el auto mientras que Seonghwa estaba sentado en el asiento del auto con un pie contra el automóvil y el otro en el asfalto.

El mar arremetía con fuerza en la orilla, pero lucía muy calmo más al fondo donde el sol hacía su aparición de a poco.

—¿En serio me amas o lo dijiste porque sí? —preguntó Hongjoong rompiendo con su calma.

Seonghwa, aún mirando la vista, se demoró en contestar.

—Ambas —respondió lento.

Hongjoong le miró serio con los brazos cruzados ante esa respuesta.

—¿Cómo es eso?

Seonghwa estaba pensativo y no se giró ni una sola vez para mirarlo.

—Es que... te quiero mucho, no sabes cuando, pero no sé si esto es amor y no quiero equivocarme. Es solo eso.

El rubio apoyó la cabeza contra el auto sin dejar de mirarlo. Le había dolido un poco lo que había dicho, pero en el fondo lo entendía.

—No entiendo cómo puedes actuar tanto como un abuelo y un niño pequeño al mismo tiempo.

Lentamente el otro se giró hacia el rubio con el ceño fruncido naturalmente.

—¿Por qué?

—Porque eres muy anticuado e infantil. Tienes que dejar de pensar tanto y comenzar a sentir más. Tienes que ser honesto con tus sentimientos.

—Pero eso es peligroso.

—¿Cómo? —despegó su cabeza del auto, dándole toda su atención.

—Porque si haces las cosas sin pensar puedes terminar hiriendo a alguien.

Hongjoong se quedó pensando en aquello sacando sus labios con la boca como pato.

—Eres raro.

No dijeron nada más por un buen tiempo. Seonghwa sonrió entretenido poco después.

—Tú también eres raro.

—¿Yo?

—Creí que eras un niño mimado y siempre te odié por recibir cariño por parte de tu padre porque el mío era severo.

Hongjoong asintió en comprensión. No sabía eso.

Es decir, siempre asumió que lo odiaba y que lo evitaba como la peste siempre que podía cuando eran pequeños con un rostro de desagrado del que se había acostumbrado, pero nunca supo la razón.

—Me odiabas —pensó en voz alta.

—Te detestaba. Eras tan inocente y feliz que quería despojarte de todo eso. Aunque, ahora que trabajo contigo, me doy cuenta de que no eres exactamente así.

—¿Y cómo soy? —preguntó acomodándose al lado de Seonghwa en los asientos poniendo su mentón sobre el hombro del pelinegro, muy cerca.

Seonghwa se quedó mirándolo sin decir nada.

—¿Lindo? No sé, sólo eres tú —el menor se alejó y le dio un golpe amistoso, poniendo su cabeza contra su hombro, feliz al sentir al otro tan cerca junto con el sonido de las olas de música sonora.

—Eres lo peor. Me siento como un fácil —se abrazó a sí mismo bromista.

Se rieron y se quedaron así con Seonghwa meciendo a Hongjoong que seguía apoyado contra su hombro.

hijos de la mafia » [seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora