25. Traidor

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En el aire se podía sentir el aroma a plomo. Las nubes escondían el sol y lo protegían de ojos curiosos.

El día había llegado al fin.

Repentinamente se había llamado a toda la familia Kim a una cena improvisada en la gran mesa de centro que no era usualmente utilizada, aparte de raras veces.

Todo estaba decorado levemente y la comida que estaba siendo servida llenaba las paredes de esa casa con un olor agradable y que inducía el apetito. La mesa larga y en la que caían una gran cantidad de personas ya presentes era llenada de variados elementos, cada uno más ornamental que el anterior.

El jefe Kim estaba a la cabeza junto con el resto de la familia, es decir, Hongjoong y Yeosang, con contar con la presencia de Jiwon que no tendía a asistir a esos eventos. Los demás estaban regados a lo largo de la mesa, algunos contribuyentes junto a su familia, como era el caso de Seonghwa o Doyoung junto a sus padres.

Cuando el último plato llegó a la mesa y los trabajadores de la cocina dejar de transitar por aquel salón todo se llenó de silencio expectantes, viendo al cabecilla de la familia tenía sus manos entrelazadas firmemente sobre la mesa y mirando un punto fijo, ensimismado en sus pensamientos desde que llegó a la mesa.

Hongjoong era otro que se encontraba de manera parecida, pero con el ceño fruncido levemente y la mandíbula tensa.

El jefe Kim suspiró y llamó la atención de todos.

Los ojos del hombre se incendiaron como una mecha.

—Muchas gracias por asistir. Hay varias veces que me olvido agradecerles por todo lo que han hecho por la familia y cómo día a día sólo me logran hacer más y más orgulloso —el hombre hablaba controlado y como si todo viniera de un guión. A nadie parecía importarles y todos sonreían o asentían a cada palabra que decía—. Nosotros somos quienes somos gracias a ustedes.

Entonces la puerta que conectaba con la cocina fue abierta nuevamente y platos comenzaron a llegar a cada uno de los presentes en ese momento en bandejas de plata grandes y ostentosas, además de una tapa a juego que hacía ruido cuando se movía.

Nadie se atrevió a tocar la comida hasta que el hombre lo indicara.

—Es por eso que espero que disfruten de este almuerzo. Pueden comenzar a comer.

Hizo una indicación con la mano para que destaparan las humeantes bandejas en silencio y con una rara tensión en el aire que algunos de los presentes parecían no notar.

—Oh, creo que se han olvidado de poner algo en mi plato —dijo una voz femenina entre los asistentes.

Todos los ojos se dirigieron a aquella persona.

Yeji.

—¿Es así? —dijo el hombre al final de la mesa, notoriamente irritado con su puño rojo de tanta fuerza estaba aplicando.

El jefe se levantó de su asiento, poniendo ambas manos en la mesa. Su mirada se posó en ella, una mirada llena de experiencia y de dolor que hablaba por sí misma.

—Yeji, ¿Sabías que ayer uno de tus compañeros infiltrados confesó todo? —habló y todos reaccionaron al instante ante las palabras en jadeos sorprendidos y miradas compartidas sorprendidas, todos guiando su vista en la chica que abría sus ojos de a poco, poniéndose pálida— ¿Crees que no escuchamos la conversación que tuviste al teléfono?

Hongjoong no levantó su vista en ningún momento, pero sí cerró los ojos con fuerza al escuchar eso. Sí, ella había estado monitoreando la salida que tuvo ayer con Seonghwa.

Aún le costaba creer que ella fuera la culpable.

—Sabíamos que eras tú hace un tiempo, además de sospechar de una o dos personas más, pero no podíamos creerlo. Yeji... Esto es horrible. Tú y tu cómplice recibirán el castigo correspondiente.

hijos de la mafia » [seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora