06. Día libre

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 Ese día el sol se veía un tanto deprimente en lo más alto del cielo con unas pocas nubes amenazando cerca.

Kim Hongjoong se miraba al espejo. Estaba falto de felicidad desde hace unos días y se reflejaba claramente en su cara.

Desde que había comenzado a trabajar como jefe había dejado gran parte de sus pasatiempos y había comenzado a dormir mal. No era como que antes no viviera lleno de pesadillas que solamente era capaz de calmar manteniéndose ocupado, pero últimamente estas eran más extremas y violentas al punto de dormir cerca de cuatro horas cada día, incluyendo los días que no trabajaba.

Ahora, su rostro era muy diferente desde que había asumido el cargo de jefe. No solo su rostro, su ser entero se sentía diferente.

No sabía qué efecto tuvo y tiene Seonghwa en él, pero su mente rondaba en sus palabras usualmente, cada nuevo comentario que salía de sus labios se transformaba en un nuevo martirio.

No era suficiente como jefe y él se lo había dejado en claro.

Estaba cansado de escuchar lo mismo, sin importar cuánto se esforzara por demostrar que era el indicado para el puesto, pero cada vez que sentía que se acercaba a su aprobación sólo lograba recibir palabras agrias y un rostro frío.

Suspiró jugando con su cabello desordenado.

Le habían dado unos pocos días de descanso así que se aseguraría de sacarle provecho.

Se vistió casualmente, arreglando su cabello debajo de un bennie azul que le gustaba y salió de su habitación para dirigirse a su lugar favorito.

Hongjoong amaba la lectura, el arte y escribir, por tanto, su lugar favorito era la biblioteca de su casa.

Era grande, no tanto como una biblioteca real, pero sí lo suficiente para no terminar de leer todos los libros que poseían en toda una vida.

Llevaba consigo mismo una pequeña libreta de apuntes, un lápiz multicolor muy llamativo y su celular junto a sus audífonos.

Caminaba a un ritmo imaginario, deambulando en los grandes pasillos del lugar que le condujo hasta las grandes puertas de la biblioteca.

Se asomó a la puerta de la biblioteca y justo cuando iba a entrar, retrocedió como quién ve al demonio. Se escondió detrás de la pared abrazando lo que llevaba en sus manos contra su pecho mirando a todos lados buscando una salida rápida.

Creía que sus ojos mentían, no podía ser que Seonghwa, el motivo de su calvario mental, estuviera en su sitio de paz y soledad de todos los lugares.

Era consciente de que a Seonghwa le gustaba leer, pero no podía estar allí en ese lugar y en ese momento... no hoy... no antes que él...

Si se iba ahora podía volver más tarde, no importaba de todos modos.

—¿Vas a entrar o te quedarás escondido ahí toda la tarde? —la voz demandante de Seonghwa resonó como un eco por los pasillos dandole escalofríos al más joven.

Hongjoong cerró los ojos no queriendo enfrentarlo. Pensó que tal vez si se mantenía lo suficientemente callado el otro pensara que había sido su imaginación.

—¿Hongjoong? —pero no funcionó.

Un silencio que se sentía en la piel se instauró entre ellos. Hongjoong suspiró resignado.

Se dio media vuelta y entró a la biblioteca, mirando de reojo a Seonghwa, como niño pequeño. Hongjoong decidió hablar primero.

—¿Qué haces acá?

hijos de la mafia » [seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora