17. Interrupción

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Ese día las nubes estaban oscuras y cubrían el cielo de una atmósfera sombría. Además, una espesa neblina se extendía por toda la ciudad.

Hacía frío y todos se cobijaban en sus abrigos en búsqueda de calor. Todos, menos Hongjoong quien vestía su gran abrigo llamativo, tal como le gustaban.

Ese día debían de ir a ver a Chanyeol, un comerciante de armas de la zona norte quien tenía fama de estafador y una gran tienda en un buen barrio comercial. El hombre tenía un tono de voz ronco y adulador, luciendo más inocente de lo que era al mover sus cejas hacia arriba, haciéndose desentendido.

—Se los he dicho caballeros, yo nunca sería capaz de hacer algo así —dijo él sonando ofendido.

Hongjoong sonrió falso. Últimamente se estaba acostumbrado mucho a sonreír así.

—Te creo, no creas que no, pero entonces, ¿Cómo explicas que a la mercadería que llegó le faltaban unidades?

—Ya le he dicho, y se lo repito, eso no es responsabilidad mía, sino que de los hombres que transportan la mercadería. Ellos hacen el inventario y todo lo que es distribución, yo no tengo control sobre ello.

—¿Cómo no vas a tener control sobre ello si son tus trabajadores, Park? —inclinó la cabeza con cinismo.

—Eso no... —se había quedado sin nada que decir— De igual forma, si vuelve a comprar conmigo puedo enmendarlo. Se lo juro.

Hongjoong puso su lengua en la parte interna de la mejilla y emitió un sonido entre jadeo y risa, sin creer lo que escuchaba.

—¿Acaso no me escuchaste? Quiero que enmiendes tu error ahora, sino esto tendrá consecuencias. Ya sabes cómo es esto, te lo advertimos cuando hicimos negocios juntos, ¿no es verdad? —arrugó su nariz y dio un golpecito el estante que los separaba— No hago negocio con gente que nos roba o nos miente, así que te aconsejo que tengas cuidado de aquí en adelante —cambió su rostro a uno más relajado, dándole palmadas en su hombro—. Nos vemos pronto, Chanyeol. Si tengo que venir de nuevo, no será tan amigable como ahora, ¿si?

Le hizo señas a los guardaespaldas que le acompañaban ese día para que le siguieran, retirándose del lugar, dejando al hombre mayor con las palabras en la boca y más pálido de lo usual.

Cuando se encontraban afuera Hongjoong soltó todo el aire que había acumulado y cerró los ojos fuertemente, adolorido. Había ganado experiencia en los temas de negociación y se había convertido en un gran comerciante en un corto periodo de tiempo, pero aún sentía ese subidón de adrenalina cada vez que le tocaba discutir y todas las emociones podían ser abrumadoras al punto de dejarle sin aliento.

—Lo hizo muy bien, señor —comentó Doyoung, notando lo nervioso que había estado antes de haber entrado a la tienda.

Hongjoong, aún con los ojos cerrados puso ambas manos en sus caderas.

—¿Tú crees? Casi siento que me desmayo.

—Yo ni lo noté —dijo el novato, Yunho, quien aún se encontraba en modo de práctica.

—Aprecio mucho que le mientan al hijo del jefe, pero no es necesario, aprecio también sus críticas —dijo con tono amable, pero nadie más comentó sobre el tema.

Hongjoong abrió sus ojos y suspiró. Había sido ciertamente un trámite difícil aquel.

—Señor, ¿nos vamos? —dijo Seonghwa notando que estaba ya mejor.

Su tono era suave, hasta dulce en sus oídos, dándole escalofríos. No lograba acostumbrarse.

Desde aquel día en la oficina las cosas entre ellos habían estado tensas, pero no en el mal sentido. El pelinegro intentaba acercarse y hablar con él, pero el menor lo evitaba con todo lo que tenía. Si lo buscaba en la oficina, él no estaba. Si lo buscaba antes del trabajo, o estaba con San, con algún guardaespaldas o con su padre. Si lo buscaba en su habitación, él ya estaba durmiendo.

hijos de la mafia » [seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora