20. Celebración

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Ese día el cielo estaba gris. La temperatura era helada y el cielo amenazaba con lluvia.

Hongjoong en su habitación estaba siendo visitado por su secretario, San. Se mantenía bajo las mantas con un rostro de pocos amigos y sin intenciones de dirigirle la palabra.

–Señor, por favor, levántese. Hemos preparado todo para usted –dijo San por sexta vez con tono lastimero. Hongjoong parecía desinteresado en lo que le decía, sin mirarlo siquiera.

–No, no quiero –dijo al fin Hongjoong quién sonaba más como un niño en medio de una rabieta que un adulto con desánimo.

–Señor Kim, es su cumpleaños. No puede quedarse así todo el día. Se lo pido...

Sí, su cumpleaños había llegado. Y a pesar de que aquello debía significar una gran felicidad para Hongjoong, su rostro era amargo y se negaba a reconocer la fecha.

–Sí puedo, ¿quieres probarme? –le retó con la mirada, sólo agudizando así el pánico en el rostro de San.

–Haga lo que quiera, pero le pido que baje, aunque sea por unos cinco minutos. Todos hicieron arreglos hermosos para este día y debería al menos pagarles con su visita.

San tomó las cosas que llevaba en las manos y las acercó aún más a su pecho con los labios unidos como si aguantara las ganas de llorar con un puchero. Hongjoong negó una última vez y San bajó la mirada rendido. Se retiró a paso rápido, chocando con alguien a la entrada.

Hongjoong se dio vuelta en su cama y se tapó la cabeza entera. No estaba interesado en quién fuera que entraba en ese momento a su habitación.

El lugar quedó en silencio, sólo crujiendo la puerta al ser cerrada.

–¿Hongjoong? –una voz conocida resonó en sus oídos. Levantó sus cejas sorprendido, pero no movió ni un músculo.

–¿Qué quieres? –preguntó apretando los dientes.

–Hongjoong... –reclamó Seonghwa sentándose en su cama.

"Insolente, ni permiso me pidió" pensó, pateando el trasero de Seonghwa entre las sábanas.

–No puedes ocultarte acá para siempre –dijo con dificultad–, tienes que ser maduro. Eres el jefe de... ¡Para de golpearme! –Seonghwa hizo fuerzas entre las sábanas y logró retenerlas, a pesar del movimiento incesante.

Hongjoong quitó las sábanas de su cabeza y lo miró, pero como reacción inmediata, su rostro quedó rojo entero de la vergüenza. Se ocultó nuevamente entre sus sábanas que ahora eran tiradas por el pelinegro para que se las quitara de encima.

–¡Tienes que salir!

–Déjame, quédense con su fiesta. No hay nada que celebrar.

Seonghwa suspiró molesto.

–¿Cómo te atreves a decir eso sin siquiera ver todo lo que hemos hecho por ti?

–¿Ah, enserio? Pues no me importa. Ahora ándate, no quiero ver a nadie.

Seonghwa detuvo su empuje y Hongjoong pensó que ese sería el final hasta que sintió como las sábanas que ocultaban su rostro desaparecían de su vista.

–Hongjoong- digo, Señor Kim. Necesita bajar –susurró Seonghwa cerca de su oído.

Hongjoong tapó sus oídos con sus manos.

–No.

Seonghwa suspiró derrotado.

Se levantó de su lugar y quedó al lado de la cama de él mirándolo sin poder creerlo. Era verdad que últimamente él parecía más avergonzado que de costumbre al ver a Seonghwa a la cara por lo que habían hecho la última vez en la biblioteca, pero aquella reacción era más rara de lo normal. No sabía lo suficiente de él como para conocer la razón de porqué actuaba de esa manera en su propio cumpleaños.

hijos de la mafia » [seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora