Epílogo

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Cinco años habían transcurrido desde que su padre había muerto.

Hongjoong era el jefe y, aunque en un principio había sido complicado, todos habían aprendido a respetarlo y a seguir sus órdenes sin problemas. El carácter de Hongjoong había cambiado, ya no siendo el mismo joven temeroso que dependía de su padre, sino que un jefe del que su padre estaría orgulloso.

Mingi había sido uno de sus colaboradores más preciados a lo largo de los años, lo cual era irónico. Ahora lo veía hablando frente a él con lentes que hacían que su rostro se viera más elegante y pulcro con un traje verde de terciopelo que se ajustaba a su figura perfectamente. Con los años había mejorado su seguridad en sí mismo y había sido una gran figura de poder a su lado que logró aumentar el personal de su familia. Cada vez que lo veía recordaba lo bueno que fue ser benevolente con ese hombre y cómo la vida le había recompensado por lo mismo.

—Señor —entró Seonghwa a su oficina en un estruendo, agitado, pero tratando de mantener la compostura—. Atrapamos a la mujer.

Hongjoong levantó una ceja y se levantó de su asiento con lentitud, acomodando su traje que se ajustaba a su más formada figura que cuando estaba al principio de sus veintes. Levantó una ceja que tenía un corte de una pelea que le había provocado un comerciante disconforme hace unos meses y dejó los papeles en la mesa con total calma.

Palmeó el hombro de Mingi y lo invitó a que se retirara para que descansara mientras resolvían un asunto. Mingi negó.

—Señor, preferiría ir con ustedes —le pidió con genuino interés.

Hongjoong se encogió de hombros y le permitió acompañarlos si así lo deseaba.

Cuando llegaron a la puerta de la mansión una línea de personas formadas, todas pertenecientes a la familia Kim, estaban haciendo una reverencia, dando la bienvenida con un "buenos días, señor Hongjoong" al unísono. El rubio le indicó con la mano que podían relajarse.

—Está bien, les he dicho que no es necesario —les dijo con un comienzo de sonrisa avergonzada—. Todos a sus posiciones, tenemos asuntos por resolver.

Tal como había mandado, todos entraron a los autos una vez terminadas las indicaciones y quedaron en posiciones para comenzar la ida. Hongjoong se subió al carro que estaba preparado para él con Seonghwa siguiéndolo y entrando después de él. Cuando Mingi intentó entrar también hasta que Hongjoong lo detuvo con la mano.

—Mingi, amigo, tengo asuntos que arreglar con el señor Park en privado, ¿te molestaría irte en el auto de atrás?

Mingi miró a donde lo estaban mandando con ojos de cachorro rechazado, cierto rasgo de manipulación que había comenzado a notar en él con el tiempo que llevaban trabajando juntos, y suspiro sin opciones cuando notó que no cambiarían de opinión. Asintió y les cerró la puerta para que se quedaran a solas.

Wooyoung, el conductor de ese auto y su chofer selecto, los miró por el espejo retrovisor.

—¿Cuándo piensan decirle que están juntos? Han sido ya más de ocho veces que le niegan la entrada al auto. El pobre hombre cree que lo odian.

Hongjoong levantó las cejas y miró a Seonghwa.

—Mi amor, ¿puedes creer lo que está preguntando el chofer? —le dijo con la voz exageradamente aguda.

Seonghwa negó con la cabeza, rodeando con su brazo los hombros de su novio.

—Déjalo, está celoso porque nadie le da la pasada. Está frustrado.

—Es verdad, pobre hombre —contestó Hongjoong exagerando el movimiento de sus manos y sus expresiones faciales—. Hace poco escuché que Yunho lo rechazó por estar enamorado de San.

hijos de la mafia » [seongjoong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora