Quiero creer que sí, pero tengo por seguro que uno peor es un hecho, por eso me conformo con hacer mi parte, con poner mi granito de arena, con no colmar vasos a punto de desbordarse y tratar de ser con los demás como quisieran que fueran conmigo.
Lo intento… pero fallo, fallo un montón, hay días en los que me convierto en aquello que odio, hay días que me gana el orgullo, el rencor, la arrogancia, la frialdad, el cinismo y la falta de empatía. Hay días en los que me bajo de mi propio pedestal y me uno al montón, es más fácil y más aceptado. Pero la sensación de formar parte del rebaño, de dejar de ser quien soy, de perder mi esencia, de no llevarme por mi instinto: es horrible, es abrumadora y es lo que me devuelve a mi camino, solitario a veces, pero el que me ha traído hasta donde estoy.
Es muy tentador dejarse llevar, rendirse, decepcionarse y convencernos de que no hacemos una diferencia, que no sirve de nada mantenerse fiel a valores y principios, pero hay “gracias” y agradecimientos que son sinceros, hay sonrisas que contagian, hay pequeños momentos que te demuestran que ser como eres es importante. Las cosas que hagas bien, aunque parezca que sí, no pasan desapercibidas. Tus logros son determinantes por la satisfacción personal que te producen, trabaja para ti, esfuérzate para demostrarte a ti mismo que puedes, aprende a estar orgulloso de tus victorias.
No te fijes en quien está mirando o cual será la recompensa para ponerte tu capa de héroe. Los héroes nunca lo son en su tiempo, la historia y su legado cuentan la versión de los hechos más conveniente y el homenaje generalmente es póstumo. Se el héroe de tu familia, se el héroe de tus amigos, de tus vecinos, de tus mascotas, de tus pacientes o tus clientes, de tus alumnos o de tus subordinados. Se tu propio héroe haciendo que las personas se alegren de haberte conocido, siendo un recuerdo bonito y sintiéndote bien contigo mismo.
Eso no quita que no disfrutes tu papel de villano, más allá de ser una buena persona siempre habrá los que no vean más allá de tus fracasos o tus defectos. A esos que exigen en otros la perfección que nunca alcanzarán, pues no hay nada que demostrarles, la única respuesta válida es tu sonrisa de satisfacción por saber que ya lograste más que ellos, porque en tu mente no habitan sus comentarios malintencionados impregnados por el mal aliento que da la envidia.
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Diario de una escritora aficionada
ContoEsto no es una historia. No tiene principio, desarrollo y final. Dentro de mí hay una escritora y a veces toma el control, ella no conoce de límites, de secretos o de privacidad. Ella solo lo deja salir todo, sin filtro y a veces exagera, se inventa...