La niña de los ojos tristes me mira desde el espejo.
No sonríe de vuelta cuando le sonrío.
Aunque lo intenta en su rostro solo se dibuja una mueca vacía, melancólica y lúgubre, como quien está cansada de sonreír para evitar preguntas;
para esconder recuerdos que atormentan, no precisamente por malos, sino por buenos que ya no volverán a darse;
para disumular las inseguridades y los miedos de todo lo que puede perder, todo lo que puede salir mal, todo lo que le aterra no poder lograr, todo el futuro frente a ella que parece cada día más lejano y diferente de lo que solía imaginar.Pero la niña de los ojos tristes solo habita en los reflejos cuando tú no estás,
cuando no me haces reír,
cuando no secas mis lágrimas después de llorar.Cuando mi mente no me deja vivir,
cuando las pesadillas no me dejan soñar,
cuando parece que no puedo dejarlo ir,
cuando la esperanza decide viajar.La niña de los ojos tristes no se quiere ir,
me quiere llevar,
dice estar muy sola cuando mi canción favorita empieza a sonar.
Lo que la niña de los ojos tristes no sabe es que solo ella me puede ayudar.
No me atrevo a dejarla sola, pero junto a ella no me puedo quedar.
Solo espero que el reflejo de la luna le quite las ganas de llorar.
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Diario de una escritora aficionada
Short StoryEsto no es una historia. No tiene principio, desarrollo y final. Dentro de mí hay una escritora y a veces toma el control, ella no conoce de límites, de secretos o de privacidad. Ella solo lo deja salir todo, sin filtro y a veces exagera, se inventa...