En sus ojos se reflejaban los alegres e insistentes colores de las lucecitas que adornaban el árbol de navidad, se perdía entre ellas mientras su mente divagaba entre recuerdos e ilusiones pasadas. El año pasó tan rápido como de costumbre, todo a su alrededor parecía igual, pero nada en realidad lo era. Faltaba su risa que parecía salida de película antigua, su alegría contagiosa y sus comentarios religiosos que le daban el toque especial a una noche como la que se venía.
En cada canción faltaban sus coros la mayoría de los casos errados y sus ridículos pasos de baile que incitaban a cualquiera a acompañarla. Cada recuerdo era a la vez bendición y tortura porque sí, es bueno disfrutar que sucedió, pero duele saber que nunca más se darán momentos iguales.
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Diario de una escritora aficionada
Historia CortaEsto no es una historia. No tiene principio, desarrollo y final. Dentro de mí hay una escritora y a veces toma el control, ella no conoce de límites, de secretos o de privacidad. Ella solo lo deja salir todo, sin filtro y a veces exagera, se inventa...