Nunca fuiste mío, verdad?

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Juré olvidarte. Prometí no mirarte con ojos de amor nuevamente. Me hice creer que no me importabas. Me convencí de que eras estrella y no deseo. Pero ahí estabas, con tus ojos como gotas de lluvia, con tu sonrisa como mi postre favorito, con tu risa como la canción que nunca me canso de escuchar, con tus intentos por hacerme reír como bálsamo para mis heridas. Ahí, frente a mí, tan cerca y a la vez tan lejos, tan ajeno y tan tuyo, tan ya nada es como antes, pero ojalá lo fuera…

Diario de una escritora aficionadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora