Capitulo 3

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Han pasado tres días desde que Martin se fue. Las pesadillas se han hecho mas frecuentes. Me siento mal. Nada de esto hubiera pasado si tan solo hubiera tenido el valor de abrirme con el, de contarle mi vida y mis mas grandes temores. Si de todos modos iba a engañarme con su "mejor amiga" no tenia nada de perder. Al menos se me hubiera quitado el gran peso que cargo encima.

El hubiera no existe, Valery.

No dejo de repetir esa frase en mi mente.

En algún momento de mi vida intente ir a terapia psicológica para lograr todo aquello que me atormenta se quedara enterrado en el pasado, pero solo logre ir a dos citas con el psicólogo porque termino por hastiarme. Se que es su trabajo, pero no me sentia a gusto pagándole a alguien por escuchar mi miseria. Además no me generaba confianza.

La nieve sigue cayendo y me he limitado a observarla desde la ventana mientras tomo chocolate caliente. Me duele la cabeza y mis ojos están bastante hinchados. En estos dias he llorado todo lo que no llore por años. Sola. Sin un hombro donde recargarme. Me doy tanta lástima. Pero luego me doy cuenta de que es mejor llorar en soledad a llorar enfrente de otras personas. Nunca sabes cuando usaran tu debilidades en tu contra.

Miro mi mano y aun tengo el anillo de bodas puesto. Me pregunto si Martin aun lo lleva o si se lo quito inmediatamente. Me ha llegado la notificación del divorcio y no he dudado en firmarla. Martin es un buen hombre. A pesar de su infidelidad, nunca tuvo un mal comportamiento hacia a mi, al contrario. Y conociéndolo, se que esta arrepentido de lo que hizo, pero al mismo tiempo se quito el peso de encima. Ese peso era yo.

Y lo envidio.

Porque el se quito una gran carga de encima mientras yo, sigo cargando el mio sin poder liberarme. Aveces hasta pareciera que mi cuerpo pesa y me siento cansada por ello. Hablo de forma literal, pero si alguien llegara y me dijera que el peso mental se lleva fisicamente en lo hombros, lo creeria sin dudarlo.

Después de un gran momento de reflexion, he decidido tirar todo aquello que me recuerde a Martin. Fotos, ropa, su café favorito e incluso mi anillo de bodas. He guardado todo en cajas de carton y bolsas de basura. Y realmente es triste ver todo el vacío que quedo en nuestra casa.

Corrección. Mi casa. Ya que ya no existe el plural ahora.

Me he puesto a limpiar y reacomodar las cosas que quedan. Se ha hecho tarde y no he comido nada, así que pienso en pedir una pizza o algo que pueda comer rapido. Todo me duele y no quiero salir. Agarro el teléfono y pido la pizza. Mientras llega, miro a mi alrededor y el vacio que se siente en la casa tambien se siente en mi corazón.

Martin quería ser padre. Lo ansiaba tanto y cada que podía me decía que lo planearamos. Yo no queria tener hijos, pero le decia que si con tal de verlo feliz y que dejara de insistirme con lo mismo. No me veia cuidando a un bebé cuando ni siquiera podia cuidar de mi misma. Aunque algunas veces me hacia ilusión pensarlo, quizá es como dicen "La llegada de un bebé trae consigo multiples bendiciones"

Tal vez si tuviéramos un hijo, las cosas hubieran sido diferentes... O tal vez no.

Nunca se sabe.

Miro el reloj en la pared y supongo que la pizza no tarda en llegar, así que  empiezo a sacar las cajas y las bolsas para que se los lleve el camión de la basura. Mientras acomodo las cajas escucho uno pasos detras de mi, así que me doy la vuelta y veo al repartidor acercarse. Busco entre mis bolsillos el dinero para pagarle y el chico se quita el casco.

-- Aquí esta su pizza. Pepperoni con doble queso.-- Dice mientras extiende la caja hacia a mi.

-- Un momento. Deje el dinero dentro. No tardo.

Entro a la casa y voy a mi habitación. Veo mi cartera sobre la cama. Doy un suspiro y saco los billetes necesarios para pagar y de paso para darle algo de propina al chico. Salgo, tomo la pizza y le doy el dinero.

-- Gracias por su compra.-- Dice el chico.

-- Gracias a ti. Conduce con cuidado.-- Me limito a decir y me doy la vuelta.

-- ¿Todo bien señorita?-- Pregunta.

-- Si. Gracias.-- Su pregunta me toma por sorpresa.

-- Mi jefe me ha dicho que no sea entrometido-- Frunce el ceño-- Pero usted no se ve bien. Parece estar enferma y no me voy a quedar tranquilo si algo anda mal...

-- No te preocupes. Estoy bien. Solo... Me he divorciado y no ha sido fácil...

-- Perdón. Maldita sea yo y mi bocota. Ahora entiendo porque mi jefe me dice que hablo demasiado.-- Dice y cierra los ojos.

-- No pasa nada. No le diré a tu jefe.-- Dije con una sonrisa.

-- Aun así lo siento. Debe estar pasandola muy mal...

-- Tranquilo.

-- Bueno. Me voy. Que disfrute su pizza!!-- Dijo y se despidió con la mano.

Lo vi subirse a su motocicleta y enseguida abri la puerta para entrar a la casa. Deje la pizza sobre la mesa y me sente en el suelo. Me sentí tan pequeña y frágil que me puse a llorar nuevamente.

Se me había quitado el hambre. Me acosté sobre el sofá y no supe en que momento me quede dormida.

Me desperté con lágrimas en los ojos y el corazón acelerado. Eran las once de la noche y la pesadilla que tuve hizo que me dieran nauseas. Fui al baño pero no salio vomito alguno.

Resignada abri la caja de la pizza, tome una rebanada y le di un pequeño bocado. No me importaba que estuviera fría, me la comi casi entera.

No pude evitar pensar en el chico que me trajo la pizza.

Se veía muy joven. Supongo que tendría unos dieciocho o veinte años. Toda una vida por delante.

Ojala tenga una vida feliz.

Aunque sea un total desconocido, siempre le agradecere por preguntar si estaba bien.

Ya que nadie mas lo ha hecho.

Supongo que en parte es mi culpa por alejar a todas las personas que querian entablar una amistad.

Supongo que mi destino es estar sola.

Martin tampoco esta.

Mierda.

El cielo esta triste ✨✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora