N u e v e

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En cuanto dejo de sentir el calor corporal de Caelan empiezo a temblar del frío, haciendo que me mire.

—¿Por qué nunca te abrigas más?

—No sabía que iba a tener sexo en la lluvia. Disculpa.

—Allen, Allen —niega con falsa desaprobación—. Siempre tienes que estar preparada para todo.

Sonrío y juntos caminamos rápidamente hacia el internado. Me siento mucho mejor cuando entramos y nos recibe el aire caliente de la calefacción. Probablemente nos vamos a enfermar pero por ese sexo... creo que valdrá totalmente la pena.

—Debes cambiarte.

Alzo una ceja.

—Tú también.

—Sí pero...

Se queda callado, mirando por encima de mi hombro y yo me giro, confundida.

De repente siento que se me para el corazón.

Sam viene a nosotros con las cejas fruncidas, sin entender nada de lo que está viendo.

Mierda.

¿Cómo pude olvidarlo?

Debimos estudiar juntos esta noche.

—Hola —saludo, medio nerviosa.

—¿Por qué están mojados?

—Afuera está lloviendo —responde Caelan de forma obvia y automática, y yo lo miro mal.

—Es que... estábamos...

—¡No puede ser, les dije que esperaran! —abro los ojos ampliamente cuando escucho su voz.

Candy viene bajando las escaleras vestida de forma impresionante, y nos mira a Caelan y a mí de forma muy de profesional molesta.

—¿Qué? —Sam está más perdido que un espermatozoide en la garganta.

—Me iban a ayudar a grabar un video para anunciar la fiesta después de los exámenes pero olvidé mi celular. ¿Por qué salieron?

¿Por qué nos está ayudando?

Miro a Caelan en cuanto lo comprendo.

También se lo dijo a ella.

—Queríamos encontrar un buen lugar para grabar y, bueno, la lluvia se hizo más fuerte —responde él, siguiendo la mentira.

—Pero... Aly, te vas a enfermar —Sam me mira con desaprobación—. Espera.

Veo que vuelve a la sala donde hay una manta que reconozco como suya y al instante en que estamos los tres, Candy nos mira mal.

—¿Qué les pasa? ¿Están locos? —susurra pero grita al mismo tiempo—. ¡Al menos entren por la puerta trasera!

—No sabía que iba a estar aquí —me excuso rápidamente.

—Gracias, Candy —le dice Caelan.

Gracias, Candy —lo imita ella—. Son unos irresponsables.

—No me dijiste que le habías dicho —le reclamo.

—No le dije, ella lo descubrió.

—Aprende a mentir mejor, Caelan.

—Pues qué bueno que lo conozco bien porque si no ahora...

Candy no puede seguir porque Sam vuelve con la manta y me envuelve en ella.

—Ve arriba, amor.

—Sí, eh...

—Tú también deberías, Caelan. Pueden enfermarse.

El poder del deseo #1 B.P  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora