O c h o

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A l y s s a

Una semana ha pasado ya desde aquel domingo y la verdad es que aún no he podido recuperarme del todo de lo que pasó.

No tendré nada con alguien que se haga daño de esta manera. No quiero terminar jodido yo también.

Lo peor es que lo entiendo.

Los adictos no solo nos dañamos a nosotros mismos, sino que tendemos a dañar a todo aquel que esté cerca de nosotros o que se preocupe demasiado.

Quise decirle que no, que mi tía había puesto esa mierda en mis cosas la noche anterior, sin embargo no lo hice porque ni siquiera he hablado a fondo con Nel sobre todo lo que pasó. Y una parte de mí sabe que si me abro de esa forma con Caelan voy a contarle el final, esa noche en la que toqué fondo y, egoístamente, no quiero que cambie su forma de verme.

Y en su lugar, lo herí.

Porque siempre he sido así de estúpida. Cuando me siento expuesta, cuando sé que alguien tiene el poder de dañarme verbalmente, me apresuro a hacerlo yo primero con esa persona para así no tener que escuchar ninguna verdad que me niegue a mí misma. Y me sentí mucho peor cuando fue detrás de mí y me compró esa sudadera que permanece al fondo de mi armario como un recordatorio contante de que arruiné las cosas después de una noche perfecta.

Bien hecho, Alyssa.

—¿Qué pasa, amor? —Sam hecha mi cabello hacia atrás mientras yo revuelvo mi comida—. Esta semana has estado muy rara.

—Estoy preocupada por los exámenes —digo lo mismo que he dicho estos días—. He estado estudiando como loca.

Asiente con aprobación.

—Rachel estará feliz.

Evito voltear los ojos.

—¿Dónde está Nel? —me pregunta Evan.

—Qué te importa.

Le respondería no supiera que la quiere ver solo para empezar a coquetearle e incomodarle.

—No seas grosera —se hace el ofendido y yo lo ignoro.

—Mis padres me preguntaron que a dónde tenemos pensado ir antes de la universidad —comenta Sam.

Lo miro.

—¿Y qué les dijiste?

—Que te preguntaría.

—Ah... pues no lo sé. Seguramente ellos ya lo tienen resuelto.

—Solo quieren hacernos la vida más sencilla.

—Quieren evitar que tomemos nuestras propias decisiones.

Frunce las cejas por mi actitud.

—¿Qué te pasa, Aly?

Suspiro.

Tengo que tranquilizarme un poco.

—Nada es que... me siento cansada.

Él me mira con ternura y pone mi cabeza sobre su hombro, dejando un beso en mi cabello.

Con todo lo que pasó ni siquiera he pensado en que le fui infiel, pero ahora, con estas caricias, lo pienso y descubro que ya no me siento tan culpable. Con Caelan fue solo sexo pero con Sam tengo esto. Con él tengo peleas sobre el futuro, hago planes para vacaciones y siempre me está recordando cómo debo comportarme y está bien porque ya vimos lo que puedo hacer cuando él o mis padres no están cerca.

Esto es al amor, ¿no?

Me giro y le doy un beso en los labios.

—Podemos estudiar luego juntos, si quieres.

El poder del deseo #1 B.P  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora