P r ó l o g o

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—Nunca te había visto tan emocionada —comenta Nelly mientras me ve acostada desde su cama.

Son las diez de la mañana y aún no se sale de esas mantas, aunque no me sorprende, nunca ha sido de esas personas productivas por las mañanas, es más de esas que desayunan en la cama. Pero también almuerzan en ella.

—Bueno, no lo entenderías. Tú tienes sexo cada noche —la miro mal a través del espejo y ella se ríe.

—Vamos, debes admitir que es lindo que no tengas sexo tan seguido. Es como navidad. Crea expectación.

—Crea esto —señalo mi rostro ansioso—. Además de mal humor y falta de cárdio.

Hace una mueca mientras analiza la situación.

—Bueno, eso no te lo discuto.

No podría aunque quisiera, ambas conocemos mi vida y sabe que mi situación no es la más fácil de soportar.

Soy una adolescente de diecisiete años que quiere explorar su sexualidad, sin embargo no puedo hacerlo porque paso la mayor parte de mis días en un internado donde hay un guardián que parece vigilarnos hasta la sombra, y cuando no estoy aquí, me encuentro en casa donde tampoco me dejarían hace nada de eso, claro.

Todo eso me frustra, mucho.

Pero gracias a las coincidencias de la vida, justo hoy podré hacerlo.

Volvimos antes del internado después de las vacaciones de navidad, pero las clases inician mañana y aún no hay nadie aquí que nos diga lo que no debemos hacer. Así que justo hoy soy libre

Tengo todo un día para satisfacerme.

—¿Cómo me veo? —me giro hacia Nel y ella me analiza de arriba abajo.

—Como una zorra. Me encantas.

Asiento rápidamente, confiando en sus palabras

Llevo puesta una falda negra que llega justo a mis muslos y unas botas del mismo color que cubren hasta mis rodillas, dejando entre ambas prendas un espacio donde se pueden apreciar unas medias de red. En la parte de arriba llevo una blusa blanca con un escote largo que hace un juego perfecto con la chaqueta negra de cuero que Nelly me regaló en esta navidad.

Mi cabello castaño cae ondulado sobre mi espalda hasta chocar contra mi cintura. Y mi maquillaje en los ojos es ahumado y casi perfecto gracias a lo que he aprendido de Nel cuando la veo maquillarse.

Me siento realmente bien, atrevida.

—Creo que alguien se levanta hoy —hace una señal obscena con su meñique y yo suspiro.

—Eso espero.

Sonríe por mi dramatismo.

—Bueno, ya vete.

—Cierto, ya son casi las diez treinta —tomo el celular de mi cama y camino a toda velocidad hacia la puerta—. ¡Deséame suerte!

—¡Mejor te deseo un orgasmo!

Niego con la cabeza, divertida, y luego cierro la puerta.

He estado con Nel desde los cinco años y nunca me canso de agradecer por tenerla. Es refrescante conocer a alguien que no sea igual a mi familia o sus amigos, alguien que no le importe como me veo o cuánto dinero tengo.

Con Nelly puedo ser yo misma y por eso es mi mejor amiga.

Camino por los pasillos solitarios del internado y miro a cada lado para asegurarme de que no haya alguien por aquí de sorpresa, pero finalizo el recorrido sin contratiempos así que subo las escaleras que separan el ala de las chicas con la de los chicos a la que usualmente no podemos subir ni por error.

El poder del deseo #1 B.P  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora