T r e i n t a y u n o

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El resto del día se convierte en algo horrible para mí.

Mi celular no ha dejado de sonar por las llamadas y los mensajes de texto de mi madre exigiéndome explicaciones, aunque en realidad ya no haya nada que explicar. Y aunque me siento fuerte y decidida respecto a lo que he hecho, una parte de mí teme que se aparezca en el internado a hacerme una escena, pero cuando pasan unas cuantas horas y no hay rastro de ella, recuerdo bien como es y que por nada del mundo se acercaría a mí en estos momentos.

No quiere que pareza que me está apoyando en lo que he hecho.

Por otro lado, pensé que el internado se convertiría en un infierno, pero la verdad es que nadie pareció realmente interesado. Supongo que ya era bastante obvio que mi relación con Sam no iba muy bien, a quien, por cierto, no he visto desde que entró a mi habitación.

¿Ya se habrá enterado?

Pero de todo esto, lo único que me preocupa es lo que opinará Caelan. No pude verlo en la primera hora porque tenía mucho desastre en mi cabeza, y ha llegado la hora de la comida así que asumo que querrá hablar conmigo, aunque no tengo muy claro qué es lo que diré, sobre todo porque siento que no podré mirarlo fijamente por más de un minuto sin que se dé cuenta que algo me preocupa más que esas fotos.

Salgo de mi clase, sujetando muy bien mis libros a mi pecho, y camino a través de los pasillos y entre la gente, pero sin prestar atención realmente. Pese a que antes tuve malos días, nunca me había sentido como hoy.

Me siento una tacita que fue reparada, pero que pronto se destruirá de nuevo.

Y le temo mucho a ese momento.

Bajo las escaleras hacia la cafetería, y cuando llego automáticamente ubico a Caelan. Denzel y Candy están junto a él, los tres observan con atención el celular que Denzel les enseña, por lo que sumo que se acaban de enterar.

Y como si me sintiera, Caelan alza sus ojos y me atrapa mirándolo.

No se ve molesto, pero tampoco contento y entiendo completamente por qué.

El hecho de que ignore a mi madre y que a nadie aquí adentro le haya importado mi infidelidad, las personas no opinan lo mismo por internet. Porque ahí ellos siempre tienen algo que decir y en algo son expertos.

Pero nadie sabe una mierda, en realidad.

Caelan se pone de pie para venir a mí, pero antes de que se mueva un centímetro más, yo camino hacia él sin importarme nada. Y ese simple acto, algo tan normal como respirar, se siente como si oficialmente le estuviera diciendo al mundo que puede irse a la mierda.

Ya no más.

Se acabó.

—Hola —susurro una vez que estoy frente a él.

Su expresión preocupada me hace saber que me veo peor de lo que me siento.

—¿Ya lo sabes?

Asiento lentamente, mordiéndome mi labio inferior, y de pronto llego a una conclusión.

No sabía si contarle esto o no, pero ahora que lo tengo enfrente sé que no quiero mentirle con algo más. Además, que, también tengo que decirle otra cosa importante.

Muy importante.

—Sí, lo sé.

Su mandibula se tensa ligeramente.

—Mierda... como lo siento, Allen.

Niego rápidamente con la cabeza.

—No lo sientas. Hablemos de eso, ¿sí?

El poder del deseo #1 B.P  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora