C u a t r o

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Viernes.

¿Que si estoy contando los días?

Claro.

¿Qué si estoy desesperada?

Ni siquiera lo duden.

Afortunadamente tengo otras cosas en las cuales poder enfocarme para sacar tanta energía acumulada. Por ejemplo, atletismo.

Mamá me obligó a inscribirme a la clase, todo porque no tenía cosas extraescolares ya que ninguna me gustaba lo suficiente. Y al principio no me gustó eso de tener que correr por toda la pista varias veces cada tantos días, pero viéndolo desde ahora la verdad es que no está tan mal. Puedo cansarme y así llego a dormir a mi habitación sin tener que pensar demasiado en lo que le estoy haciendo a Sam y en lo poco que me arrepiento.

Y mi madre dice que soy un ejemplo para el mundo.

Sí, claro.

—Deja de pensar en eso —me dice Nel mientras corremos.

A ella sí que le gusta el atletismo, está aquí por puro placer.

—No estoy pensando en eso —miento.

—¿Por qué aún intentas mentirme después de tantos años? Te conozco mejor que a mí misma.

Hago un mohín.

—No sé si me gusta cómo suena eso.

—Sé que no te gusta —ambas giramos lado a lado en la pista para poder dar la última vuelta—. Debieron quedar antes. Si harás una cosa mala, las tienes que hacer rápido o tendrás más tiempo para pensar y comenzarás a arrepentirte. Hazme caso a mí.

—No me estoy arrepintiendo, solo me siento culpable.

—Creo que eso es aún peor.

—Lo sé.

Me mira como si ella lo supiera todo de mi vida—que lo hace— y no decimos nada más por lo que resta de tiempo.

Terminamos de dar las diez vueltas y después de despedirnos de la profesora, caminamos hacia los vestidores. Tenemos que pasar justo delante del campo de futbol y es ahí cuando lo veo.

Caelan está entrenando junto a otro compañero, se pasan la pelota de forma intermitente y luego la meten en la portería. Se ve muy concentrado y sé que es bueno en el deporte. Gracias a él hemos estado invictos desde hace tres años en todos los torneos de la ciudad.

Es un excelente jugador.

—Pero vale la pena, ¿no? —Nel me saca de mi ensoñación por su tonito travieso. Notó que lo estaba viendo.

—Creo que lo averiguaré hasta el sábado.

Se ríe.

—Que sucia te has vuelto Aly.

—¡Amor!

Me giro de golpe cuando escucho su voz y veo a Sam caminando hacia nosotras. No puedo evitar mirar fijamente el ramo de margaritas que trae en la mano izquierda. Sonrío ampliamente por el detalle pero me pongo tensa al recordar que hoy es nuestro aniversario.

Cinco años y tres meses.

Por dios... jamás se me había olvidado un aniversario.

—¡Sam! —la voz me sale un poco temblorosa pero solo lo nota Nel.

—¡Felicidades, Aly!

Me abraza y yo de inmediato le correspondo, aunque sigo algo tensa.

Sé que no espera un regalo de mi parte, sabe que no soy muy detallista, pero lo que me preocupa más que eso es que no lo recordé porque he tenido a alguien más en mi cabeza. Y no hay una forma adecuada en la que puede describir lo terriblemente mal que está eso.

El poder del deseo #1 B.P  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora