V e i n t e

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Felicidad...

Es cierto eso que solo se trata de pequeños momentos, tan fugaces que apenas somos conscientes de que los vivimos, sin embargo, ahí están y no se puede negar que hacen la vida mucho mejor, por algunas milésimas de segundos te sientes menos miserable.

Creí conocer la felicidad, pero no supe que tan equivocada estaba hasta que conocí a Caelan.

Es impresionante cómo una persona te enseña y da todo lo que querías sin siquiera saberlo, sin siquiera saber que lo necesitabas.

Caelan es esa persona.

Al despertar, estoy tan entusiasmada que ni siquiera tengo resaca, y si la tengo, la verdad es que no la siento.

Ayer vinimos a su departamento, nos terminamos la botella de champán y después de charlas banales, pero, interesantes, nos quedamos profundamente dormidos. Y por primera vez desde que inicio esto, me despierto yo antes que él.

Me tomo unos segundos para admirarlo.

Su cabello oscuro se esparce por toda la cama, sus labios están entreabiertos y puedo escuchar su ligera respiración. Su rostro se ve tranquilo, casi inocente, y sus pestañas reposan sobre sus definidos pómulos haciéndolo lucir tierno.

Mierda.

Lo quiero demasiado.

Estoy loca por él.

Solo cuando estoy junto a él puedo sentir que soy en verdad, que es a su lado donde pertenezco.

Acaricio ligeramente su frente y pongo de pie porque sé que si sigo mirándolo solo lograré ponerme melancólica y este día no quiero nada de tristezas. Quiero que tengamos un día perfecto.

Cuando estoy fuera de la cama, me observo de arriba abajo, recordando que aún llevo puesto el vestido.

Supongo que a Caelan no le molestará que me ponga su ropa, pero en definitiva debería ir al internado por más porque no quiero andar con la misma ropa todo el tiempo. Además, necesito todo para bañarme y arreglarme.

Tomo una sudadera blanca de su armario que me cubre hasta la mitad de los muslos, y salgo a la cocina para preparar el desayuno.

Nunca he cocinado, pero he visto a Scarlett hacerlo durante años así que algo debí aprenderle.

Saco huevos del refrigerador, queso y un jamón que se ve demasiado caro. Pronto descubro que a Caelan le gusta comer bien, considerando el montón de comida que hay en el refrigerador y ni siquiera vive aquí todo el tiempo.

Empiezo con lo mío y descubro que soy bastante buena haciéndolo. Aunque, tampoco es tan difícil, solo debo cuidar que no se queme el huevo. Cuando estoy a punto de darle la vuelta, siento su brazo rodearme desde atrás y sujetarme con firmeza, enterrando su rostro en mi cuello, inhalando mi aroma.

Amo cuando hace eso.

—Buenos días, Allen —susurra en mi oído con suavidad.

Yo me giro hacia él y de inmediato pongo mis brazos sobre sus hombros, poniéndome de puntitas porque sin zapatos soy mucho más pequeña que él.

—Buenos días, Caelan Fray —respondo con la sonrisa más boba que probablemente nunca haya visto en mí.

—Estás preciosa —me dice, echando mi cabello hacia atrás.

—Tú eres hermoso todo el tiempo —le doy un beso en la mejilla y me hago a un lado para que vea lo que estoy cocinando—. Preparo el desayuno.

—Huele muy bien.

El poder del deseo #1 B.P  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora