D i e c i s é i s

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C a e l a n

Allen no ha dejado de mover sus caderas contra mi erección desde que nos paramos en la pista. Y por supuesto que yo tampoco he dejado de olerla, embriagándome de ese aroma a coco, a ella y sexo que siempre queda en su cuerpo después de que la follo.

Todos mis sentidos están atrapados por ella, solo la huelo, solo la veo, solo la escucho, solo la toco, solo siento su sabor en mi boca. Allen se las ingenia muy bien para que mi cabeza gire a su alrededor y a mí me encanta.

Separo una mano de su cintura y la subo lentamente por su abdomen, rozando en medio de sus pechos hasta que llego a su cuello, donde lo tomo completamente gracias a la magnitud de mi mano.

Ella suspira y detiene sus pasos.

—Te pone, ¿no? —susurro en su oído.

—No tienes idea.

La giro entre mis brazos para ver mi mano sobre su cuello; descubro que me gusta verla así, dominada, solo porque se ve muy bonita contenida, con las pupilas dilatadas esperando a que haga mi próximo movimiento.

Solo porque me encanta saber que solo se pone así conmigo.

Que solo es ella misma conmigo.

Con mi otra mano la pego de nuevo a mí, dejando que sienta mi erección en su muslo cálido.

—Pues mira a mí —le digo, haciendo que sonría.

—¿Podrás correrte de nuevo?

Alzo una ceja.

—¿Aún tienes energía?

—Cuando se trata de ti, Caelan... —susurra muy cerca de mis labios, provocándome.

Se ve hermosa cuando se pone así.

—Vamos.

Bajo mi mano de su cuello y tomo la suya para guiarla de nuevo a mi habitación, asegurándome que ninguno de los dos tope con toda la gente que hay aquí. Cuando abro la puerta, tengo intenciones de llevarla a la cama, pero ella me jala hacia el baño.

—Nunca lo hemos hecho en un baño.

Sonrío.

—Hay muchos lugares en los que no lo hemos hecho.

Entramos al baño y lo primero que hago es empujarla contra el lavamanos, dejándola de frente al espejo porque quiero que vea como disfruta cuando estoy dentro de ella, quiero que conozca una de las imágenes que nunca puedo sacar de mi cabeza.

—Tan bonita —susurro sobre su hombro desnudo por el maravilloso vestido que trae puesto.

—Fóllame, Caelan —me pide con ese tono de voz que me derrite, que me hace querer darle todo aquello que me pida.

Con la respiración agitada, meto mi rodilla entre las suyas y le abro las piernas lo suficiente como para poder estar dentro de ella. Entonces bajo mi mano por su abdomen y las meto en sus bragas, su humedad recibiéndome.

—Me encanta como te mojas para mí, Allen —le digo, empezando a mover mi pulgar en círculos sobre su hinchado clítoris.

Puedo sentir el calor desprendiendo de su intimidad, también como sus labios van hinchándose más y más, delatando su excitación. Yo la miro por el espejo, disfrutando de sus ojos dorados y de su intento por no gritar cuando sé que el placer que siente es demasiado que ni siquiera lo puede contener.

Mierda...

—Ahora, Caelan —me pide entre gemidos—. Te quiero dentro. Ya.

Con un poco menos de control, me desabrocho el pantalón y saco mi pene que se acomoda muy bien contra su trasero. Me froto un poco, mi punta luchando por entrar en ella, pero Allen se desespera así que se baja las bragas un poco más y ambos gemimos cuando una parte de mi miembro entra en ella.

El poder del deseo #1 B.P  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora