—Me estoy volviendo loca. Primero pienso una cosa para luego sentir totalmente la contraria... —sujetó su cabeza con ambas manos—. Dios, estoy hecha un lío. No estoy convencida ni de lo que creo que estoy convencida —Hinata se rio frente a un espejo.
—Necesitas un café —le dijo Tenten.
Encerrada en sus pensamientos, cruzó la habitación con el mentón levantando, muy tensa y rígida mientras practicaba su postura con un libro sobre la cabeza.
—¡Serás tonta! Eso no tiene importancia —le dijo Tenten mientras se dirigía al aparador de la esquina y servía dos tazas de café.
Quizás era un poco tonta en lo que respecta a las cosas del amor. Pero no era necesario que se lo repitiera.
—¿Qué es lo que piensas? Debes ser capaz de reconocer tus propios sentimientos —y se paro frente a ella para extenderle la taza de café.
—Yo seré tonta pero tú... tú... tú. ¡Eres una descerebrada! —y aceptando la taza de café, el libro en su cabeza cayó ruidoso hasta el suelo.
La chica tenía razón, ella siempre andaba distraída en cuanto a sus sentimientos. Siempre iba tan ensimismada que no se daba cuenta de que lo sucedía a su alrededor.
Hinata entonces respiro profundo, y miro por el enorme ventanal, hacia el salón de entrenamiento donde Sasuke y Naruto seguían practicando sus ejercicios físicos. Trató de echarles una ojeada muy cautelosa sin que ninguno de los dos pudiese sentir el peso de su mirada. Miro al rubito y se quedó muda. No sabía si era porque tenía unos sentimientos encontrados con respecto a él o bien porque ¡era él! El chico en el que pensaba cuando estaba sola en la habitación a punto de dormir, en el desayuno y en unos cuantos lugares más.
Tenía la camisa blanca desabotonada hasta la pelvis y sus enormes ojos azules, brillantes y con un toque de malicia eran capaz de desarmar hasta la mujer más difícil.
Podría sentir cómo se perdía en el profundo azul de sus ojos desde la primera vez que lo vio. Desde la vez que se conocieron en el mercader y la zona de la plaza quería haber intentando sacarle más información pero no se le había ocurrido ningún pretexto viable.
Hubiera intentando un acercamiento más, si Naruto simplemente fuera otro chico más de su pueblo. Pero no. Resultó ser todo lo contrario. No era económicamente humilde, tenía dinero, y mucho. Tampoco era un simple campesino o un muchacho común del pueblo, era uno de los príncipes.
Y sobre todo, era su cuñado.
Pero era él. Igual de alto y atractivo como lo recordaba desde aquella noche cuando la dejó libre y la ayudó. Tenía la misma sonrisa pudiente y melancólica, tenía el mismo porte elegante y modesto, pero esta vez con unos vaqueros en juego con unas botas negras semi rústicas y una camisa blanca que amenazaba con abrirse por completo y mostrarle a Hinata el resto del tonificado y sudoroso abdomen del príncipe.
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Enamorada de mi cuñado.
FanfictionEn una sociedad dividida por el estatus social, Hinata luchaba por sobrevivir bajo la sombra de los ricos. Humanos arrogantes y llenos de avaricia, con el poder de manejar al mundo a su antojo. Pero cuando Hinata Hyuga -una joven humilde-, conoce a...