Capitulo 32

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—Alteza.

Al oír la voz de la asistenta, Naruto levantó la vista del escritorio con el ceño fruncido. Llevaba leyendo más de cuatro horas las posiciones militares y estratégicas en una lista de recomendación que su padre le había dejado.

Pero cuando llegó la empleada nueva, Mabui, sabía muy bien que él no quería ser molestado, a menos que sucediese algo importante.

—Se ha producido... una situación, príncipe, de la que estaba segura de que querías ser informado.

—¿Qué tipo de situación?

—Se trata de una de las chicas.

—¿Y bien? —quiso saber Naruto, molesto por la discreción de la chica—. ¿Quién es? ¿De qué se trata?

—Uno de los guardias me acaba de informar de que ha visto a la prometida de Sasuke en la biblioteca, y la joven... no se encuentra bien.

Naruto se puso en pie y casi tira la silla.

—¿De verdad?

—Sí, alteza... —respondió Mabui sonrojada.

—¿Qué quieres decir con eso de que "no se encuentra bien"? ¿Hay alguien con ella?

—No lo creo, príncipe Naruto.

—¿Herida? ¿Enferma?

La chica compuso una expresión afligida.

—Ninguna de las dos cosas, alteza. Simplemente...no se encuentra bien.

Naruto negó con la cabeza, no quería seguir perdiendo el tiempo.

—Por favor, si mi madre te pregunta por mí... —la miro con una expresión amenazante—. No me viste, ni sabes donde estoy, ¿me entendiste?

—Sí, pero...

—¿Lo has entendido? —la interrumpió con tono de advertencia—. Nada de peros.

—De acuerdo... —accedió en voz baja.

Naruto abandonó la habitación con un montón de insultos entre dientes y casi corrió hasta la biblioteca. En nombre de Dios, ¿que podría haberle ocurrido a Hinata? Al instante, la preocupación caía hace que se le detenga el corazón.

Un montón de cosas le pasaron por la cabeza y la casa parecía una caverna cuando todos los invitados se aglomeraban en un solo lugar, el resto quedaba vacío.

Tuvo la sensación de que tardaba una eternidad en llegar a la biblioteca, y aceleró el pasó.

Cuando entro a la habitación, el corazón le palpitaba violentamente y tenía la respiración cortante debido al esfuerzo.

Hinata, estaba de pie entre un montón de libros esparcidos por el suelo, observaba los títulos de los tomos que se encontraban en una de las baldas de la biblioteca.

Estaba sacando libros y los tiraba al aire uno por uno, examinándolos con expresión perpleja, arrojándolos con descuido a sus espaldas.

Tenía los mechones de pelo sueltos de sus horquillas, y sus movimientos parecían lánguidos  como si estuviera bajo el agua.

No parecía enferma, en realidad. De hecho, parecía...

Al darse cuenta de su presencia, la Hyuga lo miró por encima del hombro.

—Vaya, eres tú —dijo articúlando mal las palabras antes de volver a concentrarse en las estanterías—. No soy capaz de encontrar una mierda. Todos estos libros son aburridos... como todos aquí.

 Enamorada de mi cuñado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora