Capitulo 31

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La inquietud se apodera de Hinata. Si esa mujer los descubría, pondrá el grito en el cielo y la casa patas arriba; todos se enterarán de lo que sucedía con Naruto, y ella tendría que dejar humillada intensamente la mansión y quien sabe que otra cosa le iban a quitar.

Además, sus amigas luego se verían complicadas.

¿Qué iba a hacer?

Mira a Naruto en medio del silencio ensordecedor. Se le ve relajado pese a la situación comprometedora, aunque con la mandíbula tensa, como era habitual.

 Se le ve relajado pese a la situación comprometedora, aunque con la mandíbula tensa, como era habitual

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Sus manos ya no la tocan.

—¿Qué vas a hacer? —pregunta ella, cerrando las piernas—¿C-Como me vas a sacar de aquí?

Cuando se acerca para volver a hacerle la pregunta, él se humedece los labios con la lengua:

—No te pongas nerviosa.

—Naruto, ¡abre inmediatamente! —grita Mikoto tras la puerta impaciente.

El rostro de Hinata estaba a escasos centímetros de Naruto y entonces, de forma impetuosa, él la besa y estaban sus labios con los suyos, haciéndola perder la noción de lo qué pasa.

Su lengua se introduce a la profundidad de su boca con urgencia, como si nada estuviera sucediendo.

¿Qué ocurría? ¿Acaso lo excitaba tener a su madrastra en la puerta, gritando? Porque ella estaba asustada.

—Para, para.

Pero no lo hace... le devora los labios con impaciencia, sin control, besos húmedos y calientes. La enloquecía sentirlo tan anhelante y entregado. Era todo tan loco que la abrumaba, incitándola a perderse...

Casi lo hace cuando tira de ella para sentarla sobre él a horcajadas. Hinata se niega, apartándolo de un empujón.

—No. —dice, cerrando las piernas, pero hace caso omiso—. ¡No!

—Hinata, no levantes la voz —la regaña con actitud controlada y en voz baja—. Me provocaste y ahora no puedo quedarme así. No me importa si ella grita o tiene un berrinche, yo quiero estar contigo. No grites por favor... aunque el despacho se insonoro, ¿de acuerdo?

—No.

—No, ¿qué? —pregunta molesto.

—No quiero callarme. Y no vamos a follar con esa mujer en la puerta —contesta poniéndose bien la ropa, sentada al borde del escritorio—. Sí te gusta, bien, y si no... también.

La mira confundido. Mikoto vuelve a llamar a la puerta. ¡Qué pesada!

—¿Por qué siempre tienes que desafiar a todos? —su tono es severo y tiene un gesto algo prepotente, la coge de la cintura y la acerca a él. Su duro pecho choca contra sus senos, alterándole la respiración—. ¿Por qué lo haces, Hinata?

 Enamorada de mi cuñado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora