Capitulo 27

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Tras retorcerse de modo frenético, Hinata consiguió librarse de Sasuke.

Mientras se miraban el uno al otro, Hinata percibió como la lujuria que había obnubilado al principe abandonaba su rostro un instante antes de que esos ojos oscuros se abrieran de par en par al comprender lo que acababa de ocurrir.

—¡Demonios!—exclamó él en voz baja.

A Hinata no le gusto en absoluto el modo en el que él principe Sasuke la miraba, cómo un hombre que contemplara la cabeza letal de meduza.

—Encontrare el camino de vuelta a mi habitación. Y no se te ocurra seguirme —le dijo con sequedad y el ceño fruncido—. Ya he tenido suficiente ayuda tuya por hoy... —y con esas palabras, se dio la vuelta y se apresuró a cruzar el camino mientras él la observaba con la boca abierta.

Por algún milagro divino, consiguió llegar a su habitación antes de que se apareciera Tenten o Mikoto con la intención de despertarlas de su supuesta siesta.

Entro a su habitación y se deshizo del vestido sucio y hecho tirones. Ino la esperaba, ya se había quitado el suyo y estaba en ropa interior, fue hasta la puerta e introdujo la horquilla doblada para volver a poner el pestillo en la dirección que estaba.

—¿Por qué has tardado tanto? —le pregunto a su amiga mientras hurgaba en la cerradura—. Espero que no te molestara que me marchase sin esperarte... Pensé que era mejor regresar y lavarme tan rapido como pudiera.

—No —contestó Hinata de forma distraída al tiempo que se quitaba el sucio vestido. Lo dejo en el fondo del armario y cerró la puerta.

Un repentino chasquido señaló él éxito de Ino, que había conseguido echar de nuevo el pistillo a la puerta. Hinata no perdió el tiempo: se acercó de nuevo al lavamanos echó el agua sucia a la jarra que servía para tal menester y corrió agua limpia después.

Tras lavarse la cara y las manos a la carrera, se secó con una toalla limpia.

De repente una llave giró la cerradura y ambas amigas se miraron con alerta.

Recorrieron de un salto la distancia que las separaba y cayeron sobre los colchones en el mismo instante en el que Mikoto entraba a la habitación.

Por suerte, las cortinas estabas corridas como para que Mikoto pudiera detectar evidencia alguna de las actividades de las chicas.

—¿Señoritas? —pregunto con suspicacia—. Ya es hora de despertarse.

Ino se desperezó y bostezó de forma audible.

—Mmm... que siesta más agradable. Me siento tan descansada...

—Igual que yo —replicó Hinata con voz pastosa, tenía la cabeza enterrada en la almohada y su corazón latía con fuerza contra el colchón.

—Es hora de que os deis un baño y os pongáis los vestidos de noche. Avisaré a las doncellas que te traigan la bañera, lady Hyuga. Mientras, Ino, regresaras a tu habitación y te vestirás con el uniforme del servicio. Te vestirás con el uniforme de seda amarillo, y Hinata deje un vestido verde con los broches de oro en los hombros, cerca del neceser.

—Sí, señora —dijeron ambas chicas.

Mientras Mikoto se iba a la habitación continua, Ino se sentó en la cama y observó a Hinata con curiosidad:

—¿Por qué has tardado tanto en volver?

Hinata rodó sobre la cama y clavó los ojos en el techo al tiempo que reflexionaba sobre lo que había pasado en el jardín. Todavía no podía creer que Sasuke, que desde hace unos días había manifestado una clara desaprobación hacia su persona, se hubiera comportado de semejante modo.

 Enamorada de mi cuñado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora