No supo por cuánto tiempo se quedó mirando la puerta por donde se habían marchado, pero tampoco se atrevió a acercarse a la bandeja de medicinas. Y justo al lado había una bandeja con comida que tenía una sopa de verdura que flotaba en el ambiente y le estaba provocando náuseas.
Impotente, se preguntó cómo es que había podido suceder algo así con un guardia de la realeza y si Sakura no hubiera aparecido para salvarla, ¿qué habría podido pasarle?
Ese tipo era un monstruo y seguramente Sakura estaba ahora mismo llevándolo ante Minato para acusarlo.
Asustada, exhausta y abatida, Hinata se levantó del canapé, intentando no pensar en lo que podría suceder en esos mismos momentos entre Sakura y aquel despreciable y repugnante hombre.
Hizo una mueca de dolor cuando sintió una punzada en los músculos. Le dolía la cabeza y se sentía mareada: lo único que deseaba era encerrarse en su habitación.
Caminando igual que una anciana, consiguió llegar hasta la campanilla para tirar del cordón.
No hubo respuesta alguna aunque pensó que tuvo que esperar una eternidad, puesto que la mayoría de los invitados se habían marchado de la Mansión y los trabajadores y servidumbre se tomaban el día libre y no habían muchos disponibles.
Hinata meditó sobre su situación, al tiempo que se acariciaba con aire distraído los mechones lacios de pelo. Aunque sentía las piernas un tanto débiles, podía caminar.
Hizo caso omiso de los destellos que danzaban en sus ojos como si fueran luciérnagas y salió de la estancia con pasos cortos y cautelosos. Permaneció cerca de la pared por si se daba el caso de que llegara a necesitar apoyo.
Qué extraño era, reflexionó; Como es posible que incluso un esfuerzo tan insignificante me haga sentir como si corriera una maratón.
Furiosa por su debilidad, se preguntó con remordimiento si fue buena idea haber tirado por la ventana esa última taza de presera después de todo.
Concentrándose en colocar un pie delante del otro, avanzó muy despacio por los pasillos hasta que estuvo cerca de la esquina que conducía al ala este de la Mansión, donde se encontraba a pocos pasos su habitación.
Hinata se detuvo cuando escuchó voces procedentes desde otra dirección.
Rogando por que las voces perteneciera a un par de criados, Hinata se apoyó contra la pared y espero sin hacer movimiento alguno.
Tenía tanto mechones de pelos pegados a la frente y las mejillas por el esfuerzo, el calor y el sudor.
Dos chicos cruzaron el pasillo frente a ella, tan inmersos en su conversación que no percibieron su presencia.
Aliviada, creyó que se había librado de ser vista.
Pero no fue así, porque uno de los chicos miro de soslayo en su dirección y la vio de inmediato. A medida que se aproximaba a ella, Hinata reconoció el cabello tan dorado y los ojos de color mar que se acercaban a pasos decididos.
Al parecer, estaba destinado a ponerse en ridiculo frente al príncipe Naruto.
Con un suspiro, se separó un poco de la pared y quiso recomponerse para aparentar que estaba bien, aunque las piernas le temblaban.
—Buenas tardes, alteza...
—¿Qué demonios estás haciendo? —la interrumpió él en cuanto estuvo a su lado. Parecía estar molesto, pero cuando Hinata examinó su cara vio más bien una expresión de preocupación—. ¿Por qué estás aquí? ¿Sola en el pasillo?
ESTÁS LEYENDO
Enamorada de mi cuñado.
FanfictionEn una sociedad dividida por el estatus social, Hinata luchaba por sobrevivir bajo la sombra de los ricos. Humanos arrogantes y llenos de avaricia, con el poder de manejar al mundo a su antojo. Pero cuando Hinata Hyuga -una joven humilde-, conoce a...