Capitulo 18

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—Has pasado por mucho, lo sé. Todos lo sabemos. Lo que tuviste que hacer para amoldarte a ellos. Casarte con el príncipe Sasuke, mientras nos ayudabas. Cenando y vistiendo de joyas y modas, pero todo eso te cambio.

Tan perceptivo, Kiba.

—Sólo porque no te agraden los príncipes, no significa que tengas que tratarme como si fuera una peste igual que ellos —Hinata dejó caer su mirada, jugando con sus manos—. Especialmente a mi.

—Soy tu amigo, Hinata. Y voy a ayudarte en todo lo que necesites, como pueda. Confía en mi.

Ojalá pudiera.

—Kiba, crece —dice en cambio, tan afilado que lo hace encogerse—. Deberías haberme dicho mejor lo que estaba pasando. Pero siempre que vengo te portas como un idiota, y me haces cómplice. Me obligaste a seguirte y a bajarme de la moto solo para decirme que he cambiado y que soy una escoria, ¿y quieres que confíe en ti? ¿Cuando estás tan involucrado con las mismas personas que causan las revueltas y los disturbios? ¿Cuan estúpida crees que soy?

Algo se agita en sus ojos castaños, la vulnerabilidad escondida dentro de esa personalidad relajada que tanto pretende tener.

—Ya veo. —dice finalmente. Da unos pocos pasos hacia atrás—. Tiene sentido —añade encogiéndose de hombros—. ¿Por qué confiarías en mi? Soy el hijo de un vendedor de baratijas. No soy nada comparado contigo, ¿verdad, princesa? Comparado con Sasuke. Y él...

—Kiba Inuzuka —lo regaña como lo haría con un niño, al igual que lo hacía su madre cuando hacía travesuras—. Sabes que no es verdad.

Las palabras salen con fuerza.

Él cuadra sus hombros con los puños a los costados.

—Pruébalo.

Para eso no tiene respuesta. Hinata no tiene idea de lo que quiere de ella.

—Lo siento —se atraganta, y esa vez lo decía en serio—. Lo siento por ser...

—Hinata —siente una de sus cálidas manos deteniendo su tropiezo—. No tienes que pedir perdón por lo que te hicieron —murmura—. Nunca tienes que hacer eso.

—Yo... no creo que seas estúpido.

—Podría ser lo más bonito que me has dicho nunca. —se ríe después de un largo momento. Se pega una risa, poniendo fin a la conversación—. ¿Supongo que lo trajiste por algo?

—Sí. Es el único que conoce el camino a casa. ¿Te comportaras?

Kiba mira de reojo a Naruto y se encoge de hombros y extiende los brazos.

—No hay mucho más que el niño baratijas pueda hacer.

Hinata lo empuja otra vez, dibujando una sonrisa genuina hacia él. Pero no dura.

Lo observa cuando se adentra entonces hacia el salón de la pequeña casa, y Hanabi sale por fin de su rincón, fingiendo no haber escuchado nada.

Hiashi llegaría media hora después, porque había ido a comprar vegetales y pescado fresco a la plaza cerca del lago. Naruto aguardaba las distancias un poco tímido y cuando todos se pusieron a descargar las mantas y las ropas que Sasuke siempre le mandaba a la familia de Hinata, no supo que hacer.

Kiba y Hinata se sientan en la mesa para comer el almuerzo, y justo en ese entonces llega el amigo del castaño, Shino, con él perro de Kiba siguiéndole a todos lados, mientras Hiashi se sienta al lado de Hinata.

Él no puede terminar de descargar los paquetes, pero aún así gruñe órdenes a los empleados del palacio que le ayudaron a bajarlos en el salón.

 Enamorada de mi cuñado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora