Capitulo 35

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Cuando llegaron, Hinata no pudo evitar sentir la humedad de las lágrimas que se alojaban en la comisura de sus ojos. El melancólico recuerdo de su hogar, incluso a la opaca luz del sol naciente, iluminaba todo el sendero como un faro que ilumina el camino tormentoso de los barcos hasta la costa.

De repente su respiración se vuelve desigual, raspando entre las paredes de su garganta, apuñalando sus pulmones.

Hiashi, Hanabi, y Kiba... los recuerdos la adormecen en un dolor tan profundo, que se le había escapado por completo que casi se olvidaba de ellos.

Justo como antes cuando se convirtió en la princesa Hinata, cuando el rey y la reina se llevaron sus harapos y la vistieron de sedas y joyas.

Le tomó minutos recordar a su padre, en casa, esperando que ella algún día volviera.

Y ahora había vuelto.

—¿Hinata? —dice Naruto en voz baja, tratando de no atraer la atención. Nadie podía ver que se habían detenido ahí, y mucho menos él quería verla castigándose a sí misma con cada pequeña respiración.

Eres egoísta, Hinata Hyuga. Una niñita estupida y egoísta.

El suave susurro del motor de la motocicleta, fue disminuyendo cuando Naruto la apartó del camino y la escondió cerca de los arbustos una vez más lentamente y acomodada, se volvía invisible.

La mano de Naruto se coloca detrás de su cabeza y la aparta un poco del borde del río, empujándola con algo de energía y un calor que recorre su piel.

—Vamos, no quiero que te suicides antes de ver a tu familia —le dice al oído. Y su pulgar masculino traza, lentos y constantes círculos, encontrando un punto de presión que no sabía que existía. La ayudaba mucho.

—Qué gracioso —le dijo sarcástica, jugando inconscientemente con los dedos de su mano.

—Debes calmarte —continúa Naruto, su voz esta cada vez más cerca de su rostro. Observa de reojo como sus labios se acercan cada vez más a los suyos—. Ahora deben estar durmiendo, así que vamos a darles una sorpresa mañana.

—Cierto. —la palabra le resulta difícil de decir—. Bien.

Su mano no se mueve, quedándose con ella.

—Inhala por la nariz, exhala por la boca —le instruye, con la voz baja y tranquila, como si estuviera hablando con un animal asustado.

La verdad no estaba del todo equivocado.

Se sentía como una niña, pero toma el consejo de todos modos. Con cada respiración, deja que otro pensamiento se vaya, cada uno más difícil que el anterior.

Los olvidaste. —la atormenta su subconsciente.

No es cierto—responde en su interior.

Cambiaste, dejaste que tu mejor amigo muriera.

Fuera.

Estas sola.

Fuera.

La última parecía una novedad. Naruto es prueba de eso, Ino y Tenten. Pero no puede sacarse la sensación de que, mientras estén con ella, no hay nadie a su lado. Incluso con su familia, la muerte de su amigo aún la atormentaba.

Lentamente, se endereza, y las manos de Naruto la siguen. Se aleja un poco de ella cuando siente que está segura sin él. Su cuello se siente de pronto frío sin su calor, pero no quería decírselo.

Así que a medida que suben los peldaños hasta su casa, mira las nubes borrosas y el sol hundiéndose y el océano abajo.

—Me trae recuerdos volver aquí —le dice él, tranquilamente—. ¿Donde dormiremos?

 Enamorada de mi cuñado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora