Capitulo 11

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La luz de la luna se esparcía por el suelo lo bastante brillante para permitirlos ver.

Bajo la luz plateada, el rubor de sus mejillas apenas y se notaba.

No había nadie cerca, y si hubiera, nadie iba a detenerlos. O más bien, a detener a Naruto.

El saca de su chamarra un aparato extraño, una cajita que pone en medio de la sala.

Se le queda viendo, a la espera de algo.

—¿Esa cosa me enseñará a bailar?

Él sacude la cabeza sin dejar de sonreír.

—No, pero ayudará.

De pronto, un latido vibrante hace sonar la cajita y se da cuenta de que es un altavoz, como los viejos que habían en su casa. Solo que ese si servía y además se utilizaba para poner música.

La melodía es rápida y ligera, como el pulso. Frente a ella, la sonrisa de Naruto se ensancha y sus pies llevan el ritmo. Ella no puede resistirse más, pues también sus pies se mueven al compás de la música alegre y animada, distinta a la fría y melancólica que solía poner Tenten. Sus pies se deslizan en un intento por recordar lo que su amiga le había enseñado.

—No te preocupes por eso, lo que importa es que no dejes de moverte —le dice Naruto, riendo.

Un tamborileo hace que la música vibre y él gira, tarareando al mismo tiempo.

Ella también siente que sus temores e inquietudes se aligeran, aunque sólo durante unos minutos. Ese era un tipo de libertad distinto, como volar en la motocicleta de Naruto.

Él era mucho mejor que ella para eso, pero de todas formas parecía un tonto: podía imaginarse lo idiota que debía de verse ella. Aún así, le da tristeza cuando la canción termina. Mientras las notas se disuelven, ella vuelve a la realidad.

No deberías estar aquí.

—Tal vez no sea buena idea estar aquí, Naruto.

Él ladea la cabeza gratamente confundido.
—¿Por qué?

Me va a obligar a decirlo.

—No debería estar a solas ni siquiera con Sasuke —responde. Tropieza con las palabras y se siente enrojecer—. No se si esta bien bailar contigo en una sala a oscuras.

En vez de discutir, Naruto se ríe y se encoge de hombros. Otra canción, mucho más lenta empieza a sonar.

—Tal como yo lo veo le estoy haciendo un favor a mi hermano —sonríe tímidamente—. A menos que te quieras pasar la noche pisándolo.

—Tengo un equilibrio excelente, muchas gracias —replica, y se cruza de brazos.

Él toma su mano con lentitud y suavidad.

—Quizás en el ruedo —dice—, pero no en la pista de baile.

En ese momento no se sentía capaz de mantener una conversación decente con ese dolor punzante en su tobillo, y la cabeza a punto de estallar.

Hinata miraba los pies de Naruto y de pronto se vio guiada por él hacia la pista de baile nuevamente. Trataba de no tropezarlo, pero cada vez que levantaba la vista, descubría los perspicaces ojos de Naruto pendientes de ella, por lo que se preparaba para cualquier tipo de provocación.

Agradeció que la música fuese una balada lenta y acompasada, por que el pie la estaba matando. Supuso también que debió haber tomado sol en exceso durante el día y que ese era el motivo de su malestar y del dolor de cabeza.

 Enamorada de mi cuñado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora