MARATÓN #1
Esto está mejor, pensó el señor K mientras cargaba a un inconsciente vampiro civil sobre el hombro. Arrastró rápidamente al macho a través del callejón, abrió la parte de atrás de la camioneta y se deshizo de su presa corno si fuera un saco de patatas. Tuvo la precaución de colocar una manta negra de lana cubriendo su carga.
Sabía que esta vez su plan tendría éxito, y aumentar la dosis del tranquilizante Demosedan y añadirle Acepromazina había marcado la diferencia. Su intuición de usar tranquilizantes para caballos en lugar de sedantes destinados a humanos había sido correcta. A pesar de todo, el vampiro había necesitado dos dardos de Acepromazina antes de caer.
El señor K miró por encima del hombro antes de situarse detrás del volante. La prostituta que había matado estaba tendida sobre un desagüe; su sangre saturada de heroína se colaba por la alcantarilla. La amable muchacha incluso lo había ayudado con la aguja. Desde luego, ella no esperaba que la droga tuviese una pureza del 100%.
Ni que corriera por sus venas en una cantidad suficiente como para hacer alucinar a un elefante.
La policía la encontraría por la mañana, pero él había sido muy cuidadoso: guantes de látex, una gorra sobre el cabello y ropa de nailon de un tejido muy tupido que no soltaba fibras.
Y además, ella no había luchado.
El señor K encendió el motor pausadamente y se deslizó a través de la calle Trade.
Un fino brillo de sudor causado por la excitación apareció sobre su labio superior. Aquella sensación de la adrenalina bombeada por su cuerpo le hizo echar de menos los días en que todavía podía disfrutar del sexo. Aunque el vampiro no tuviera ni una información que proporcionarle, iba a divertirse el resto de la noche.
Pensó que podía empezar con el mazo.
No, sería mejor el torno de dentista bajo las uñas.
Eso debilitaría inmediatamente al macho. Después de todo, no tenía mucho sentido torturar a alguien que ha perdido el conocimiento. Sería como dar patadas a un cadáver. Él tenía que ser consciente de su dolor.
Escuchó un leve ruido procedente de la parte trasera. Miró por encima de su hombro. El vampiro se movía bajo la manta. Bien. Estaba vivo.
El señor K dirigió de nuevo la vista a la carretera v, frunciendo el ceño, se inclinó hacia delante, aferrando con fuerza el volante.
Delante de él vio el destello de unas luces de frenado. Los coches estaban parados en una larga fila. Un puñado de conos de color naranja obligaban a detenerse, Y las luces intermitentes azules y blancas anunciaban la presencia de la policía. ¿Un accidente?
No. Un control. Dos policías con linternas examinaban el interior de los vehículos, y a un lado de la calzada habían colocado un cartel en el que se leía: «Control de alcoholemia».
El señor K pisó el freno. Buscó en su bolsa negra, sacó su pistola de dardos Y disparó otros dos tiros al vampiro para acallar el ruido. Con las ventanillas oscuras y la manta negra tapan do a su víctima, tal vez pasara sin mayores problemas, siempre que el macho no se moviera.
Cuando le tocó el turno, bajó la ventanilla mientras el policía se acercaba. La luz de la linterna del hombre se reflejó en el salpicadero, produciendo un resplandor.
-Buenas noches, oficial. -El señor K adoptó una expresión afable.
-¿Ha estado usted bebiendo esta noche, señor?
El policía, de mediana edad, tenía un aspecto anodino y vulgar. Su bigote necesitaba un buen arreglo y su cabello gris sobresalía de su gorra descuidadamente. Parecía un perro pastor, pero sin el collar antipulgas y la cola.
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AMANTE ETERNO MEWGULF
JugendliteraturUn Rey vampiro de sangre pura poco dispuesto a liderar su clan, su familia. Cada vez son menos, se están extinguiendo. Un chico que pensaba que los vampiros solo eran cuentos de hadas, hasta que se enteró que era mitad humano mitad vampiro. Uno de...