Jimmy entró en su laboratorio y deambuló durante unos instantes sin saber muy bien qué hacer, haciendo resonar sus pasos sobre el blanco pavimento. Después de dar un par de vueltas alrededor de la estancia, decidió sentarse en su lugar habitual.Acarició el elegante cuello esmaltado de su microscopio, miró las numerosas probetas y recipientes de cristal que había en los estantes, oyó el zumbido de las neveras, el ronroneo monótono del sistema de ventilación en el techo y percibió el persistente olor del desinfectante Lysol.
Aquel ambiente científico le recordó el objetivo de su investigación.
Y el orgullo que sentía por su gran capacidad mental.
Se consideraba civilizado, capaz de controlar sus emociones, bueno para responder lógicamente a los estímulos. Pero no tenía fuerza para controlar el odio y la furia que lo invadían. Aquel sentimiento era demasiado violento, demasiado poderoso.
Estaba fraguando varios planes, y todos implicaban derramamiento de sangre.
¿Pero a quién quería engañar? Si pretendía levantar aunque sólo fuera una simple navaja contra Mew, la única sangre derramada sería la de él mismo.
Necesitaba encontrar a alguien que supiera matar. Alguien que pudiera acercarse al guerrero.
Cuando encontró la solución, le resultó tremendamente obvia. Ya sabía a quién acudir y dónde encontrarlo.
Jimmy se dirigió hacia la puerta, Y su satisfacción hizo asomar una sonrisa a sus labios. Pero cuando vio su reflejo en el espejo que había sobre el fregadero del laboratorio, se quedó helado. Sus inquietos ojos estaban demasiado brillantes, mostrando una avidez desconocida, y aquella desagradable sonrisa nunca la había visto en su rostro. El rubor febril que coloreaba sus mejillas era producto del enorme deseo de un infame desenlace.
No se reconoció con aquella máscara de venganza. Odiaba el aspecto que había adquirido su rostro.
-Oh, Dios.
¿Cómo podía pensar tales cosas? Era médico. Su trabajo consistía en curar. Se había consagrado a salvar vidas, no a quitarlas. Khao había dicho que todo había terminado. El había roto el pacto, y no volvería a ver a Mew.
Pero aun así, ¿no merecía ser vengado por la manera en que había sido tratado?
Ahora era el momento de atacar. Si se aproximaba a Mew en aquel momento, ya no se vería obstaculizado por el hecho de que Khao pudiera quedar atrapado en el fuego cruzado.
Jimmy sintió un estremecimiento, y supuso que era el horror por la magnitud de aquello que estaba considerando hacer. Pero entonces su cuerpo se tambaleó, tuvo que extender el brazo para sostenerse. El vértigo hizo que el mundo a su alrededor girara alocadamente, por lo que tuvo que acercarse vacilante a una silla. Liberando el nudo de su corbata, se esforzó por respirar. La sangre -pensó-. La transfusión.
No estaba funcionando.
Desesperado, cayó de rodillas. Consumido por su fracaso, cerró los ojos, abandonándose a la oscuridad.
🩸🩸🩸🩸🩸🩸🩸🩸🩸🩸🩸🩸🩸🩸🩸
Mew rodó hacia un lado, arrastrando consigo a Gulf, firmemente abrazado a él. Con su erección todavía palpitando dentro de Gulf, le alisó el cabello hacia atrás. Estaba húmedo con su delicado sudor.
Mío.
Mientras besaba sus labios, notó con satisfacción que Gulf todavía respiraba con dificultad.
Le había hecho el amor apropiadamente, pensó. Lento y con suavidad.
-¿Te quedarás? -preguntó Mew. Gulf se rió roncamente.
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AMANTE ETERNO MEWGULF
Ficção AdolescenteUn Rey vampiro de sangre pura poco dispuesto a liderar su clan, su familia. Cada vez son menos, se están extinguiendo. Un chico que pensaba que los vampiros solo eran cuentos de hadas, hasta que se enteró que era mitad humano mitad vampiro. Uno de...