🩸❤️‍🔥Capitulo 10❤️‍🔥🩸

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MARATÓN #2

Gulf recobró la conciencia lentamente. Fue como salir a la superficie después de un salto de trampolín per­fectamente realizado. Había un resplandor en su cuerpo, una cierta satisfacción mientras resurgía del nebuloso mundo del sueño.

Sintió algo en la frente.

Sus párpados se abrieron. Unos largos dedos masculinos se movían bajo el puente de su nariz, pasaron por su mejilla y des­cendieron a su barbilla.

Había suficiente luz natural procedente de la cocina, de modo que podía distinguir en la penumbra al hombre que esta­ba tendido a su lado.

Estaba totalmente concentrado en explorar su rostro. Te­nía los ojos cerrados, el entrecejo fruncido, las gruesas pestañas contra sus pómulos altos y firmes. Estaba a su lado, sus hombros gigantescos le tapaban la vista de la puerta de vidrio.

Dios Santo, era enorme. Y macizo.

Sus antebrazos eran del tamaño de los muslos de Gulf. En su abdomen estaban resaltados los músculos de una forma es­pectacular. Sus piernas, gruesas y musculosas. Y su sexo era tan grande y magnífico como el resto de su cuerpo.

La primera vez que se había acercado a Gulf desnudo y tuvo oportunidad de tocarlo, quedó impresionado. No tenía ni rastro de vello en el torso ni en los brazos o piernas. Sólo piel lisa encima de músculos de acero.

Se preguntó por qué se afeitaría completamente, incluso allí abajo. A lo mejor se trataba de un culturista.

Las imágenes de lo que había pasado entre ellos le resul­taban un tanto imprecisas. No podía recordar exactamente cómo había entrado en su apartamento, o lo que le había dicho. Pero todo lo que habían hecho en posición horizontal era endiablada­mente vívido.

Lo cual tenía sentido, ya que Mew le había hecho experimentar los primeros orgasmos de su vida.

Las yemas de los dedos giraron sobre su barbilla y subie­ron a sus labios. Le acarició el labio inferior con el dedo pulgar.

-Eres hermoso -le susurró Mew. Su ligero acento le hacía arrastrar las erres, casi como si estuviera ronroneando.

Bien, eso es razonable, pensó Gulf. Cuando Mew lo tocaba, Gulf se sentía hermoso.

La boca de Mew se posó sobre la suya, pero no estaba bus­cando nada. El beso no era una petición, sino un gesto de agra­decimiento.

En alguna parte de la habitación, sonó un móvil. El tim­bre no correspondía al suyo.

Mew se movió tan rápidamente que Gulf dio un respingo. En un instante estaba a su lado, y al siguiente junto a su chaqueta, abriendo la tapa del teléfono.

-¿Sí? -La voz que antes le había dicho que era hermoso había desaparecido. Ahora gruñía.

Gulf se cubrió el pecho con la sábana.

-Nos reuniremos en casa de G dentro de diez minutos.

Colgó el teléfono, volvió a dejarlo en la chaqueta y reco­gió sus pantalones. Aquel intento de vestirse lo hizo volver un poco a la realidad.

Dios, ¿realmente había tenido relaciones sexuales, verda­deramente alucinantes, con un completo extraño?

-¿Cómo te llamas? -le preguntó Gulf.

Cuando se estaba subiendo el pantalón de cuero negro, tu­vo una magnífica visión de su trasero.

-Mew. -Se dirigió a la mesa para recoger sus gafas. Cuando se sentó junto a Gulf, ya las tenía puestas-. Tengo que irme. Tal vez no pueda volver esta noche, pero lo intentaré.

AMANTE ETERNO   MEWGULFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora