🩸❤️‍🔥 FINAL ❤️‍🔥🩸

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El señor K abrió los ojos y vio una hilera de difusas líneas verticales. ¿Barras?

No, eran las patas de una silla.

Estaba tendido sobre un irregular suelo de madera, tumbado sobre el estomago debajo de una mesa.

Levanto la barbilla, su vista se volvió de nuevo borrosa. Dios, me duele la cabeza como si estuviera partida en dos...

De repente, lo recordó todo.

La lucha contra el Rey Ciego, el golpe que le había propinado el esposo del Rey con algo contundente, el momento en que se vino abajo.

Mientras el Rey Ciego luchaba por mantenerse con vida, intentando taponar las heridas causadas por la escopeta, y el doncel estaba concentrado en su macho, el señor K había escapado arrastrándose hasta su camioneta.

Había conducido alejándose aún más de la ciudad, hacia las montañas del extremo más apartado de Bangkok. De milagro, había encontrado su cabaña en la oscuridad y a duras penas se las había arreglado para entrar en ella antes de derrumbarse.

No sabía el tiempo que había permanecido sin conocimiento.

Los ventanucos en la pared de troncos filtraban el resplandor del amanecer. ¿Era la mañana siguiente? No estaba muy convencido de que lo fuera. Tenía la sensación de que habían transcurrido varios días.

Moviendo los brazos con mucho cuidado, se tocó la parte trasera de la cabeza. La herida estaba abierta, pero empezaba a cerrarse.

Con un tremendo esfuerzo, se las arregló para levantarse y quedar apoyado contra la mesa. De hecho, se sentía un poco mejor con la cabeza levantada.

Había tenido suerte. Los restrictores podían quedarse permanentemente incapacitados por un golpe fuerte o una herida de bala. No muertos, pero sí destrozados. A lo largo de los años, se había tropezado con muchos de sus compañeros fracasados, metidos en sitios ocultos, pudriéndose, incapaces de curarse para volver a luchar, demasiado débiles para suicidarse y hundirse en el olvido.

Se miró las manos. Estaban manchadas con la sangre seca del Rey Ciego y el polvo del granero.

No se arrepentía de haber huido de allí. En ocasiones, el mejor movimiento que podía hacer un líder era abandonar la batalla.

Cuando las bajas eran demasiado numerosas, y la derrota prácticamente segura, la maniobra más inteligente era la retirada para reorganizarse.

El señor K dejó caer los brazos. Iba a necesitar más tiempo para recuperarse, pero tenía que encontrar a sus hombres. Los vacíos de poder en la Sociedad eran peligrosos. En particular para el restrictor jefe.

La puerta de la cabaña se abrió de golpe. Levantó la vista preguntándose cómo se defendería, antes de darse cuenta de que la luz del sol era demasiado fuerte ya como para que fuera un vampiro.

Lo que ocupaba el umbral hizo que se le congelara la negra sangre.

El Omega.

-He venido a ayudarte para que te recuperes -dijo sonriente.

Cuando la puerta se cerró, el cuerpo del señor K se estremeció.

La ayuda del Omega era más aterradora que cualquier sentencia de muerte.

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-La mansión de la Tumba. Es allí a donde debemos dirigirnos -dijo Singto mientras pinchaba un pedazo de carne asada de la bandeja de piara que el mayordomo le ofrecía-. Gracias, Fritz.

AMANTE ETERNO   MEWGULFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora