Pod bebió su primer escocés de un trago. Gran error. Tenía la garganta inflamada y sintió como si hubiera besado una antorcha. Tan pronto como dejó de toser, le pidió otro a Abby.-Lo encontraremos -dijo Joss, dejando su cerveza sobre la mesa.
Joss estaba bebiendo con moderación, ya que tenía que volver a casa con su familia. Pero Pod era libre de hacer lo que le diese la gana.
Joss jugaba con su vaso, haciéndolo girar en círculos sobre la barra.
-No debes culparte, detective.
Pod rió y tragó el segundo escocés.
-Ya. Es enorme la lista de personas que estaban en el coche con el sospechoso. -Alzó un dedo para llamar la atención de Abby-. Vuelve a llenarlo.
-Al momento. -Se contoneó, acercándose de inmediato con el whisky, sonriéndole mientras llenaba su vaso.
Joss se revolvió en su taburete, como si no aprobara la velocidad a la que Pod apuraba sus copas y el esfuerzo por no decir nada lo hiciera retorcerse.
Cuando Abby se marchó para atender a otro cliente, Pod se giró para mirar a Joss.
-Esta noche voy a ponerme bastante desagradable. No deberías quedarte por aquí.
Su compañero se metió unos cacahuetes a la boca.
-No voy a dejarte aquí.
-Ya tomaré un taxi para volver a casa.
-No. Me quedaré hasta que pierdas el sentido. Luego te arrastraré de vuelta a tu apartamento. Te veré vomitar durante una hora y te meteré en la cama. Antes de irme dejaré la cafetera lista y una aspirina junto al azucarero.
-No tengo azucarero.
-Entonces junto a la bolsa.
Pod sonrió.-Habrías sido una excelente esposo, Joss.
-Eso es lo que dice el mío.
Guardaron silencio hasta que Abby llenó el cuarto vaso.
-Las estrellas arrojadizas que le quité a ese sospechoso -dijo Pod-, ¿has averiguado algo sobre ellas?
-Son iguales a las que encontramos en el coche bomba y junto al cuerpo de Cherry. Las llaman tifones. Casi cien gramos de acero inoxidable de buena calidad. Diez centímetros de diámetro. Peso central desmontable. Se pueden comprar por Internet por unos doce dólares cada una o en las academias de artes marciales. Y no, no tenían huellas.
-¿Las otras armas?
-Un extraordinario juego de cuchillos. Los chicos del laboratorio se quedaron fascinados con ellos. Aleación metálica, dureza de diamante, hermosa factura. Fabricante inidentificable. La pistola era una Beretta estándar de nueve milímetros, modelo 92G-SD. Muy bien cuidada y, evidentemente, con el número de serie borrado. Las balas sí que son extrañas. Nunca había visto algo así. Huecas, llenas de un líquido que están analizando. Los chicos piensan que es sólo agua. ¿Pero por qué haría alguien algo así?
-Tiene que ser una broma.
-Ajá.
-Y no hay huellas.
-No.
-En ningún objeto.
-No. -Joss se acabó los cacahuetes e hizo una seña con la mano para pedir más a Abby-.
—Ese sospechoso es hábil. Trabaja limpiamente. Un verdadero profesional. ¿Quieres apostar a que ya está muy lejos de aquí? No parece ser de aquí.
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AMANTE ETERNO MEWGULF
Roman pour AdolescentsUn Rey vampiro de sangre pura poco dispuesto a liderar su clan, su familia. Cada vez son menos, se están extinguiendo. Un chico que pensaba que los vampiros solo eran cuentos de hadas, hasta que se enteró que era mitad humano mitad vampiro. Uno de...