🩸❤️‍🔥Capitulo 13❤️‍🔥🩸

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La cena ha sido magnífica -dijo Gulf cuando Pod se detuvo ante su edificio.

Pod se mostró plenamente de acuerdo. Gulf era inteligen­te, divertido y francamente hermoso. Y si él se extralimitaba, Gulf siempre lo ponía en el lugar que le correspondía con deli­cadeza.

También era increíblemente sensual.

Aparcó el coche junto a la acera, pero no apagó el motor. Se imaginó que si giraba la llave del contacto parecería que inten­taba que lo invitara a entrar.

Que era exactamente lo que quería, por supuesto, aunque no pretendía que Gulf se sintiera incómodo si no deseaba lo mis­mo que él.

Vaya, se estaba convirtiendo en un buen chico.

-Pareces sorprendido de haberte divertido –dijo Pod.

-He de reconocer que un poco sí lo estoy.

Pod lo recorrió con la mirada, empezando por sus piernas, luego subió a su pecho para terminar el recorrido en sus labios. Bajo el tenue resplandor del salpicadero, podía distinguir la adorable silueta de su cuerpo, su largo y exquisito cuello, sus labios absolutamente perfectos. Quería besarlo allí mismo, bajo aquella suave luz, en el asiento delantero de su coche patrulla camuflado, como si fueran dos adolescentes.

Y también quería acompañarlo al interior de su aparta­mento. Y no salir hasta la mañana siguiente.

-Gracias -dijo Gulf, lanzándole una sonrisa y extendiendo la mano para abrir la puerta.

-Espera.

Se movió rápido para que Gulf no tuviera tiempo de pen­sar y él tampoco. Le cogió la cara con las manos y lo besó.

Mew se materializó en el patio trasero del apartamento de Gulf y sintió picazón en toda la piel.

Gulf estaba cerca, pero en su casa todo permanecía a oscuras. Asaltado por un presentimiento, rodeó el edificio por un extremo. Había un sedán corriente aparcado enfrente. Gulf esta­ba dentro.

Mew se dirigió hasta la acera y, como si estuviera dan­do un paseo entre las sombras, pasó junto al vehículo.

Se detuvo en seco.

Sus inútiles ojos fueron lo suficientemente efectivos para indicarle que un sujeto lo tenía entre sus brazos, como si el po­tente deseo sexual del macho humano no lo hubiera delatado.

Por el amor de Dios, podía oler la lujuria de aquel bas­tardo a través del vidrio y el acero del sedán.

Mew se abalanzó hacia delante. Su primer instinto fue arrancar la puerta del coche y matar al canalla que le estuviera poniendo las manos encima, sacarlo de allí y desgarrarle la gar­ganta.

Pero en el último segundo se contuvo y se obligó a re­gresar a la oscuridad.

Hijo de puta. Lo veía todo rojo, a causa de lo alterado que estaba.

Que otro macho estuviera besando esos labios, sintiendo su cuerpo bajo sus manos...

Un gruñido gutural vibró a través de su pecho y salió por su boca.

Gulf es mío.

Soltó una maldición. ¿En qué universo paralelo estaba vi­viendo? Gulf era su responsabilidad temporal, no su shellan. Po­día estar con quien quisiera, donde quisiera y cuando quisiera.

Pero, Dios, la idea de que a Gulf pudiera gustarle lo que el sujeto le estaba haciendo, que pudiera preferir el sabor de aquel beso humano, era suficiente para hacerle palpitar las sienes.

AMANTE ETERNO   MEWGULFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora