Nos quedamos los dos mirando nos fijamente de lado durante unos minutos en completo silencio, solo nos analizamos.
Rápido mi cabeza comenzó a pensar él día que tenga que volver a Rusia, no podré ver tanto a Tayler, no podré observarle como lo estoy haciendo ahora mismo, no podré rozar sus labios con los míos ni besarle, ni si quiera podré acariciar su rostro todas las veces que me gustaría.
Tayler es él que se levanta completamente desnudo para comenzar a vestirse, yo solo me quedo mirándolo mientras que él se ponía de nuevo la ropa tapando su cuerpo bien trabajado.
- ¿Qué tanto me ves? - me preguntada alzando una ceja en tono divertido.
- Lo guapo que eres y lo bueno que estás - le digo sincera pero con un leve sonrojo en mis mejillas.
Él da un paso alzándose a mi altura, levanto mi cabeza para quedar a centímetros de su cara, nos sonreímos de nuevo.
De nuevo nos volvemos a besar en un profundo beso que sin duda no cambiaría por nada del mundo.
Comienzo a vestirme yo también rápidamente, me levanto caminando hasta la mesa donde estaban las velas, con los platos bien colocados a juego con los cubiertos y la rosa.
Tayler se hace a un lado cuando aparta la silla indicándome con un movimiento de su mano que me sentara.
Me siento acercándome a la mesa redonda cuando él comienza a caminar desapareciendo de mi vista.
No pasan ni cinco minutos cuando de nuevo aparece con una bandeja dejándola en la mesa sentándose, la abre dejándome ver la comida.
Se trataba de mi comida favorita que era la pasta italiana, sonrió como una niña pequeña porque me sorprende que Tayler sepa más de mis gustos sin conocerme mucho más que mí propio marido Justin.
- ¿Cómo lo supiste? - le preguntó impresionada.
- Dejémoslo en que soy demasiado observador - me contesta el con una gran sonrisa en su rostro.
- No me pensaba esta cena y todo lo demás gracias - le digo.
- ¿Justin no te hacía nunca ninguna sorpresa? - carraspeo cuando bebo de mi copa.
- Bueno al principio de nuestra relación cuando empecemos sí, era muy detallista me llevaba a todos los lados que yo quisiera, salíamos casi todos los findes de cena romántica a restaurantes caros - agachó la cabeza, me daba pena todo lo que había cambiado. - Cuando el llegaba a casa algunas noches y me pillaba despierta me traía regalos que para alguna persona a lo mejor no sería muy importante como un osito de peluche pero para mi era un gran detalle por su parte - hago una mueca, intento sonreír pero no me sale, es impresionante como puede cambiar una persona durante el tiempo.
- Valla como cambiaron las cosas entonces, mi hermano es un gran idiota Alana tu te mereces todo lo mejor y está claro que si no cuidas algo con el tiempo se acaba marchitando como una rosa - tenía toda la razón.
- Bueno, ¿Vanessa y tu sois más que amigos? - le preguntó interesada para después comer después de servirme.
- Éramos quiero dejártelo claro, siempre soy una persona sincera Alana y no lo seré menos contigo - hace una pausa mirándome a los ojos. - Ella y yo antes teníamos relaciones casi a diario pero eso cambio con el tiempo y más cuando tu llegaste - subo mi mirada hacia él.
- ¿Y eso porque? - le preguntó queriendo saber más.
- Esta claro, porque me gustas Alana es más creo que me gustas desde el primer día que te ví antes de la boda lo que pasa que fui tan ciego que no me di cuenta, pero nunca es tarde y la vida te trajo de vuelta a Italia - sonrió. - Nunca solía creer en las casualidades pero ahora sí, por un problema en la empresa familiar podrás quedarte un poco más - sin duda me encantaba poder hablar con Tayler, era una persona abierta en la cual podías hablar con él de cualquier cosa, no era como Justin que a lo mejor a la mínima cortaba la conversación rápido para seguir con su trabajo sin darte aunque fuera cinco minutos de su valiosa atención.