A LA MISIÓN, DE SOPETÓN

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–¿Tenías éxito con las chicas?

Isabella caminaba con A.J. por los pasillos del Vaxi. Estaba solo, y es que Jhonny se encontraba viendo unos temas del periódico estudiantil y Julio andaba ensayando con los chicos del conjunto.

Aprovechó que no había nadie cerca y le respondió en voz alta:

–No, no es eso. La verdad Morgana me lo explicó mejor cuando nos hicimos patas: me tenía confianza, éso es todo. Su gil, un muchacho de nombre Piero si mal no recuerdo antes de despedirse de ella ése día la había llamado por otro nombre.

–Supongo que es un asunto de gravedad –dijo la fantasma. Y luego añadió–: Cuando me contaste tu historia, no fuiste tan específico.

A.J. se encogió de hombros:

–No quería serlo. Además, llegamos al tema porque me preguntaste por qué terminé con Steph, si es tan amigable. Y pues no sé en qué momento saltamos de contarte su "proceso de auto descubrimiento" a Morgui.

Isabella soltó una risotada.

–¿Así le decías?

–Un lapsus: no hemos hablado desde hace más de dos años. La última vez fue un reencuentro, y fue de casualidad. Ya estaba saliendo con Alina, además.

–¿Y eso por qué o qué?

–Es una historia bastante larga, pero no la he olvidado del todo. En el fondo cuesta sacudirse la mente de tantas cosas...., del cigarro, el acohol, las drogas, los chicos del colegio, los profesores, las putas...

Ambos cayeron en un instante de mutismo, el cual fue roto por la fantasma:

–Espera: ¿todo eso hiciste?

–No, no –se defendió–: sólo te digo lo que pasó. Jamás me involucré con esas mujeres, aunque la verdad sea dicha, a punto estuve de.

–¿Entonces las drogas...?

El muchacho guardó silencio durante unos instantes, y agradeció que Isabella esperase a que se decidiera a hablar.

–Necesito tiempo para procesarlo, ¿sabes? Supongo que te preguntarás por qué nunca hablo de mis compañeros de secundaria: la verdad es que no puedo, pero igual tengo que soltarlo en algún momento o terminará por aplastarme. Te contaré todo, pero necesito algo de tiempo para saber que recordarlo no me afectará.

Doblaron por un pasillo.

–A veces me cuesta creer que la vida puede llegar a ser normal.

–¿Realmente puede ser normal la vida, A.J.?

Tanto la fantasma como su enlace se sobresaltaron: quien había hablado era Melissa Rutherford, a quien debían ayudar a ser feliz de acuerdo a los lineamientos de la segunda misión.

–Hola, Melissa –se sobrepuso A.J. de inmediato–. Curioso tenerte en el Vaxi hasta tan tarde.

–Me integré al laboratorio de música andina –dijo–, y aproveché el receso para ir por un sandwich. ¿Por qué nadie me dijo que el comedor cerraba?

El comedor en realidad se le denominaba al principal: en el Vaxi habían tres comedores fuera de la villa universitaria, dos de los cuales eran pequeños y uno más amplio.

–Los alumnos de los laboratorios por eso traen merienda.

–Ya veo. Mi hermana la apática decidió no meterse en ningún laboratorio. Es tan apática que ni siquiera irá a la reunión de los Schwarz.

–¿Qué es eso? –preguntó A.J., tratando de parecer amistoso.

–Schwarz es un apellido.

Ambos se rieron. Luego ella lo aclaró todo:

Un ensueño de felicidad - Antes de las nueve IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora