EN PARALELO

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–¿Entonces crees que sea buena idea?

Stephanie se encontraba en el cuarto de Cinthya, aprovechando que las compañeras de cuarto de ésta última estaban en la sala común.

–Por eso te lo consulto. Sería nuestro proyecto.

–Si es tan buena como dices. Pero no entra en la categoría de explotación infantil, ¿no?

–Steph, no: sólo necesitamos una autorización mediante carta poder simple, firmada por el tutor legal: lo cual como te expliqué no va a resultar difícil una vez que hayamos hablado con A.J. Además, en Pasco ella pasaba hambre y frío.

Las dos chicas también sabían como conseguir respuestas cuando tenían muchas preguntas: Violetta pasaría en las próximas horas a un hogar de acogida temporal. Y era nada más y nada menos que la casa de A.J., cuya familia estaba inscrita en el registro de hogares temporales.

–Según lo que me contó Steven, tiene sentido: la madre está en casa veinticuatro por siete, hay un niño casi de su edad, una chica trabajadora y el papá de A.J. es dirigente vecinal.

–Entonces...

–Vivirá con ellos hasta que la asignen a un puericultorio o la adopten, lo que ocurra primero. La visitaremos constantemente y nuestro proyecto girará en torno al músico ambulante, que es lo que ella hacía allá.

Steph sonrió.

–Por eso te admiro tanto, Cinthya. Tienes ideas locas pero que aparentemente funcionan. ¿Sabes si Violetta irá al colegio?

–Supongo que sí, y supongo que habrá una partida para que los Fernández no tengan que correr con todos los gastos.

–Bueno, ya aclarado éste tema, supongo que ahora sí podrás contarme eso que se te ha pasado por alto.

–¿Nada se te escapa, no? Eres una chismosa de primera.

–Anda, cuenta. No soy homo pero igual el morbo jala.

–Qué horrible expresión: homo.

–¿Prefieres leca?

Resultó que Cinthya conoció a una mujer muy linda hacía ya un tiempo mientras grababa un comercial: ella solía aparecer en varios de ellos.

–Se llama Jessica.

–Que nombre tan lindo.

Habían quedado en juntarse para charlar después de las grabaciones. Acudieron a un bar y, casi como si ya tuvieran un acuerdo, se besaron.

–Oye, ¿qué se siente besar a una chica?

–¿Quieres hacer la prueba? Mira que ahora quiero ser fiel, pero un besito no es ser infiel.

–No –expresó la rubia, colocando sus brazos como una barrera entre ella y su amiga–. Pero qué se siente pues.

–No sé: es un beso y ya.

–¿Pero es más especial o como?

–Es mas suave: después de todo, nosotras somos suaves.

Y habían iniciado un romance, a pesar de que Jessica era mayor que Cinthya. Ella había entendido que estaba interna, así que se verían muy esporádicamente, pero eso hacía que se extrañaran más.

–¿Y ya hicieron ya sabes qué?

Steph hizo unas señas bastante elocuentes con sus manos.

–Eres una enferma, Stephanie Clark.

–Es simple curiosidad.

La semana anterior Jessica la había invitado a pasar un fin de semana fuera de Lima, en un club campestre. Comieron pizza vegana, tomaron unas cuantas cervezas y se amaron hasta quedar profundamente dormidas.

Un ensueño de felicidad - Antes de las nueve IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora