A.J.

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Por ésa época las notas de A.J. empezaron a subir aún mas. Pronto se encontró participando en concursos de matemática.

Sin embargo en su interior algo experimentaba un gran cambio, y es que quería ser guitarrista, por lo que decidió ahorrar para comprarse una guitarra más adecuada y de ésa forma poder estudiar más a fondo el instrumento.

–Te voy a dar lo que le pasé a una ex alumna hace ya algunos años: ella es extraordinaria, pero hace mucho que salió del taller. Bueno, en realidad ya no podía enseñarle nada.

La profesora Marina le entregó un folio: eran cifrados sencillos en Fingerstyle: un estilo mediante el cual se podía hacer sonar la guitarra como si fueran varios instrumentos a la vez: acompañamiento, melodía y percusión.

Con eso A.J. inició su aprendizaje, y decidió trabajar tocando en los buses para ganar algo de dinero y gastarlo en su educación musical, además de juntar para una nueva guitarra.

–Oye A.J., ¿me haces un resumen de la obra que nos mandaron a leer?

A.J. miró de soslayo a Morgana.

–Morgui, ¿por qué no lees?

–Porque no sirvo para leer, pues: éso está bien para intelectuales como tú.

–En lugar de perder el tiempo en el malecón con ése tal...

–Ya no estoy con él –respondió resueltamente ella, sin que le temblara la voz.

–Ya era hora.

Eso era sin lugar a dudas una gran novedad en la vida de Morgana, y de hecho se mantendría en la soltería por varios meses.

Por su parte, Ximena ya había conseguido un lugar donde vivir y al primero al que se lo hizo partícipe fue a su mejor amigo.

–En teoría no pago nada, ¿sabes? Pero igual y está medio lejos.

Era relativamente sencillo conversar con ella mientras degustaban sus refrigerios: en ésos momentos a A.J. no le costaba nada sacarle tema de conversación.

–¿Estás viviendo sola? –le preguntó A.J.

Ella aprovechó el gran bocado que le había propinado a su pan con palta para tomarse unos instantes en responder:

–Técnicamente: conseguí un buen acuerdo.

–Entiendo –respondió él, que obviamente no había entendido nada.

–¿Y cómo va el negocio?

Ella se refería, evidentemente a su labor de mangueo.

–Junté cien soles en dos semanas: la mitad se irán en tomar clases con un tipo que vi por internet.

–¿Cuánto cuesta la guitarra que viste?

–Mil soles. No sé si llegaré. Una vez que la consiga, que seguro es antes de terminar quinto, postularé al conservatorio.

–Qué genial.

Hasta ése momento llevaba una relación bastante extraña con ambas chicas: Morgana era su pata, casi un amigo más con la que podía hablar de casi todo; Ximena por otro lado era una gran compañera, y casi compartían todos los momentos libres en el colegio y fuera de éste.

–Me agrada, tienes futuro: estudia mucho –le dijo Ximena, una vez A.J. le mostró lo que había aprendido la noche anterior.

Y llegó otro fin de semana para los alumnos del 1020.

–Hoy es el día, pajeros –dijo George a la salida del viernes–: hoy nos hacemos hombres. Dijo El Tigre que estemos a las siete de la noche en la canchita, que de ahí nos llevará hasta Villa maría del Triunfo.

Un ensueño de felicidad - Antes de las nueve IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora