PRIMERAS COMPLICACIONES

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–No, no siempre es malo.

Julio se encontraba conversando con sus amigos mientras arreglaban sus cosas para ir por el último fin de semana del ciclo a sus casas. Los exámenes finales ya se habían suscitado y habían conseguido buenas notas.

–A veces ocurre que, literalmente, te entierran allí.

A.J. y Jhonny se rieron.

–No, pues: están entendiendo mal. Me refiero a que te entierran para las otras chicas, y terminan creyendo que uno no puede mirar a nadie más. Por eso a veces sentía que era más divertido estar soltero y jugar damas chinas que estar con alguien. Por ejemplo, así era Alondra: creía que por que estaba jugando con ella ya no podía jugar con nadie más.

–Bueno, ¿pero acaso eso no es lo correcto?

–Tal vez, si es que hay un vínculo, Jhonny. Pero si sólo hay diversión de por medio...

–Afirma –dijo A.J.

–Y es peor si es que resulta siendo que se repite y se repite: creen que hay exclusividad. Por ejemplo, A.J. ¿Cuántas veces jugaste damas chinas con Alina?

–No pues, no tengo tanta memoria.

Los tres muchachos se rieron.

–Un aproximado, nomas.

–Bueno, sería una de cada dos salidas.

–¿Y a la semana cuántas veces salían?

–Casi todos los días.

–Eso hace un total de dos a tres veces por semana –intervino Jhonny.

–Por eso los preservativos vienen de a tres. ¿Cuántos meses estuvieron?

–Desde enero hasta agosto: pero recién comenzamos en febrero. Exactamente antes de irnos a Arequipa.

–Siete meses, veintiocho semanas, digamos que unas cincuenta y seis a sesenta veces. Puede que más. ¿Te reclamaba?

A.J. hizo memoria y se rio:

–Hasta por ver respirar a Olinda.

Julio chasqueó los dedos, en clara alusión a haber encontrado la idea que reforzaba su tesis:

–¿Ves? Pero por ejemplo qué diferencia con Silvia. ¿Te acuerdas de Silvia? La uruguaya.

–Me acuerdo –dijo Jhonny–. La de la celebarción por tu ingreso al Vaxi.

–Bueno: con ella no ocurre eso porque desde un principio le puse las cosas claras.

–Momento –interrumpe A.J.–. El año pasado dijiste que era el año de la internacionalización de Julio Kitahara, que terminó mal. Pero ya tenías una uruguaya en tu haber.

–Ah, es que Silvia no cuenta: llevaba diez años en Lima y se iba a quedar viviendo aquí. El chiste era que se fuera a difundir entre sus compatriotas lo extraordinario que soy. Porque el chiste no es hacer lo que hacen todos, sino dar calidad. Además redunda en beneficio de la nación: las extranjeras vendrán a hacer turismo sexual.

–Afirma –convino A.J.

–Por ejemplo, calichines, hay que tener técnica –dijo, mientras se subía a la cama de Jhonny y agarraba una almohada–. Seguro ustedes agarran a la flaquita (alucinen que soy A.J. y ésta almohada es Melissa Rutherford) de la "cirunta" y empiezan, como pistón de camioneta. Éso está mal. Eso es sin arte.

–¿Y entonces? –le pregunta Jhonny, riendo.

–Ah, técnicas hay muchas. Yo por ejemplo empiezo despacio, que crea que eres un chiquillo sin experiencia y tímido: eso activa su ternura, su instinto maternal. No me miren así: todas sin excepción necesitan terapia. Una vez que ya la tengo amansadita viene lo que yo llamo "el pájaro loco": doce movidas seguidas; diez bien veloces y las últimas dos lo más lento que puedan.

Un ensueño de felicidad - Antes de las nueve IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora