Decisión

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Desprendió la venda que se mantenía protegiendo su mano. Su compañero de equipo se encontraba descansando a un costado suyo, él se encargaría de la primera guardia.

La venda cayó descubriendo, la herida ya cicatrizada, que un pequeño personaje había provocado. Su mente, gracias a ella, fue al antaño, por lo que le fue imposible no proyectarle ese recuerdo.

Una pequeña sonrisa se dibujó en su estoico rostro. Su pequeño hermano tonto se había hecho amigo de personas muy interesantes a su parecer, el hijo del cuarto Hokage, Naruto Uzumaki, y _______ Utakama, la niña de su difunto compañero de misiones.

Un pequeño Sasuke frente al lago vino a su mente, su cara mostraba frustración junto a un pequeño e imperceptible sonrojo coloreando sus regordetes cachetes. Se encontraba completamente indeciso ante como describir a la pequeña niña que anteriormente implementaba un jutsu complejo para la edad que tenía.

Le era simplemente imposible de olvidar quién era el primer interés amoroso de su pequeña luz, después de todo, cada que iba a la academia por él o a vigilarlo, siempre tenía su mirada fija en esa niña de cabello desarreglado. Le divertía de vez en cuando observarlo hacer muecas extrañas a causa de las travesuras de la pelinegra y más cuando él se aventuraba a hacerlas también, un ejemplo, cuando se lanzaba de un árbol sin razón aparente.

La melancolía destacaba en sus ojos, y la tristeza se sentía en el aire, sabía que verlo traería consigo efectos secundarios. La palabra hubiera no salía de su mente y los escenarios inexistentes se manifestaban como recuerdos reales.

Movió su mano ante el dolor ya casi inexistente. Sasuke estaba bien, tenía personas que se preocupaban por él y que darían su vida por él. Sin duda alguna no se arrepentía.

[...]

Observó el envasé en sus manos. Una pequeña ofrenda para su difunto padre. Un regalo que expresaba culpa, después de todo, no había ido a visitarlo desde hace ya un tiempo.

Movió la gelatina de café que había comprado. Su padre comiendo hasta el último bocado llego a su mente.

- ¿Adivina quién se volvió chunnin? - murmuró con gracia. - Y tú que te negabas a que fuera ninja. Ya ves que tengo talento en esto - reprendió quitando el pequeño plástico que cubría la gelatina.

Recordaba la cara de su padre en cuanto dijo que quería ser un ninja. Él se había negado.

Es muy peligroso, elige algo más, no lo lograrás.

Ella obedecía. No era no. Le daba miedo lo desconocido. Ella conocía a su padre enojado, le daba una reprendedora mirada, apretaba sus puños y le hablaba con severidad. Sin embargo, le daba pánico llegar a conocer su límite.

Recuerda muy bien la vez que se orinó del miedo. Ella se encontraba en el bosque. Como siempre que su padre tenía una misión fuera de la aldea, él la llevaba y la dejaba en un espacio apartado de dónde se llevaría acabó la misión. Le dejaba unos juguetes como entretenimiento.

Sabía que había reglas, aunque realmente solo recordaba una. Ella desobedeció esa regla al momento en el que observo una pequeña ardilla. Nunca había observado una en su corta vida, era algo sorprendente para ella.

Era un pequeño roedor que metía esas pequeñas nueces en sus grandes mofletes. Ahora sabía por qué su padre le había dicho que parecía una cuando se llenaba la boca. Miró como la pequeña ardilla se movía por el árbol buscando más. Una sonrisa se había formado en su rostro cuando observó que el sitio donde se encontraba había muchas nueces.

Curiosidad... (Sasuke y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora