Fin

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*****

En cuatro horas tenía que emprender camino para ir con su equipo. Sin embargo, la idea de dejarlos hacer la misión solos no se escuchaba mal. Mandarles un halcón diciendo que no iría, que la Hokage estaba informada de ese cambio. Irse a su casa y dormir por lo que queda de su existencia.

- No tengo hambre - contestó la menor desde el otro lado de la puerta.

- No desayunaste.

- Pero no tengo hambre - se quejó abriendo la puerta.

Suspiró rendida al ver como el Hatake servía dos platos de comida en la mesa. No le gustaba que la comida se desperdiciara, y ya lo había hecho en el desayuno.

Cerró la puerta, necesitaba agarrar valor. Suspiró con una sonrisa irónica, su padre posiblemente por esa razón no la dejaba ir al bosque sin compañía. Siempre había sido imprudente; de niña se iba al bosque sin supervisión, en esos tiempos Itachi había masacrado al clan, ¿y si llegaba a confundirla? Ella siempre practicaba en el clan Uchiha, copiando los jutsus y movimientos que ellos hacían.

Cada que iba a visitar la tumba de su padre, no le importaba que un adulto desconocido estuviera ahí, aquel le había hablado y recordado al siguiente día, ¿y qué había hecho ella? Le había seguido como la abeja a la miel.

¿Pero qué iba a saber una niña de prudencia? Ni siquiera había obedecido a su padre en vida, y el Hatake había decido dejarla crecer con un par de niños, traumados y con malas costumbres, en su mismo departamento, como si fuera un mini orfanato.

A decir verdad, no podía quejarse, el Hatake era un ninja igual de cotizado que su padre, lo más probable es que viviría en soledad como lo había hecho con su padre. Esperando el día que llegara, en una casa solitaria, esperando y temiendo por qué la deje sola al igual que su padre.

Sonrió un poco, antes era un desastre, lo poco que pudo enderezarse fue gracias a Sasuke. Ella y Naruto eran un asco, más Naruto. Gracias a que el Uchiha había nacido en la rama principal, con una madre presente y un padre con altas expectativas, adquirió buenos hábitos, pocos, pero más que ellos sin duda alguna.

Si crecieron a base de las enseñanzas de un niño que ni siquiera respetaba a sus mayores, ¿en qué momento iba a aprender a temerles, a tomar distancia? ¿Noticias? Ninguno leía el periódico, ya había suficientes tragedias en sus vidas, aparte, quedaron prohibidos, ya que todos los años recordaban la masacre del clan.

¿Libros? La de la biblioteca cuidaba que libros leían al ser menores de edad. Había leído de sexo, pero solo en libros de anatomía, diciendo la función y las hormonas que lo estimulan. ¿Escuela? Solo era información artificial y por encima, no era parte del programa educativo, aparte, tampoco avisaban que un adulto te iba a querer para eso y mucho menos lo harían si esa clase era para hombres destinados a ser fuertes ninjas.

Ni siquiera hubiera sabido qué hacer con su menstruación de no ser por la señora que le había explicado ciertas cosas cuando sus pechos estaban creciendo. Le enseñó su periodo, como cambiar su toalla y como apaciguar el dolor. También los cambios que iban a haber en su cuerpo y que debía de arreglarse (perfumarse, usar desodorante, vestirse bien, cuidar su rostro y cabello), para que un chico se fijara en ella. Lo último no le gusto, pero ella le mostró que las apariencias son importantes.

Pero nunca le aviso que un hombre también podía fijarse en ella.

Su mirada se nubló un poco al sentir su lengua en su cuello. Sus manos se dirigieron a este y con fuerza lo estrujaron mientras que sus uñas se encajaban, tratando que su presión fuera más grande y que aquellas mordidas se fueran. No fue mucho tiempo el que duró así, su cuerpo exigía aire y al no ver mejoría, accedió.

Curiosidad... (Sasuke y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora