Amantes

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- Si yo soy la Luna y Naruto el Sol ¿Tú que eres? -preguntó Sasuke confundido.

Ambos estaban en el techo de un edificio. 

Ese día la menor le había preguntado al Uchiha si podía ir a verlo entrenar, sin embargo esté se negó rotundamente, después de insistirle y hartarlo, Sasuke le prometió que ambos saldrían a ver las estrellas para que la menor se despejara un poco. 

La noche llegó y el mayor cumplió, con cuidado de no lastimar la cargó de forma nupcial. Al llegar la mirada de la menor se relajó. Sasuke la bajó con cuidado, al instante pudo observar el cambio de la menor, si bien, ella se podía quedar varios días en casa leyendo un libro, simplemente no se podía quedar en un mismo lugar. 

Era normal para ambos chicos saber en qué lugar de la casa se encontraba la menor sin siquiera quitarse de lo que estaban haciendo, ya que desde pequeña siempre fue muy ruidosa, aunque a veces se camuflaba con el ruido que el rubio hacía. Para los menores era difícil averiguar dónde se encontraba el Uchiha, ambos habían dominado al mayor como un gato arisco y silencioso.

Ahora gracias a su herida, la menor había permanecido en su cama, la herida había resultado muy profunda y por la tierra y el veneno de Kankuro se había empezado a infectar.

 El aire golpeaba sus rostros relajando el sonrojo que empezaba a surgir en la menor, sin embargo, esa briza no era capaz de relajar el palpitar de ambos corazones, aquellos corazones que se alegraban de simplemente estar de al lado de esa persona especial.

- Eso es fácil, soy el mar - dijo con aquel tenue sonrojo y una pequeña sonrisa.

         Se dice que el mar estaba interesado en la luna, aquella que lo ilumina de esa oscuridad con solo su presencia

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Se dice que el mar estaba interesado en la luna, aquella que lo ilumina de esa oscuridad con solo su presencia. Dicen que ni siquiera sabe en qué momento empezó a saltar tratando de captar su atención.

La luna orgullosa de su gran belleza notó aquellas olas que a sus espaldas estaban. En cuanto se vieron todo se paralizó por un segundo hasta que el mar volvió a saltar de alegría al ver que la luna lo miró. La luna sin poder evitarlo se alegró al ver que ya no iba a estar sola, sin embargo no lo hizo notar.

Así pasaron las noches, ambos acompañándose en la oscuridad. Ambos amaban estar con la compañía del otro, era extraño que sin decir palabra alguna se comprendieran, pero a diferencia de la luna, el mar era muy parlanchín.

La luna siempre escuchaba con paz lo que decía, y de vez en cuando notaba las chismosas conchas que albergaban lo que su amante decía.

Al mar le encantaba ver como la luna brillaba fuertemente cada vez que sus susurros llegaban a su amada.

Dos amantes, dos amantes secretos que no necesitaban nada más que su compañía. Todos dormidos, ignorantes de ese amor puro, de ese amor eterno.

Curiosidad... (Sasuke y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora