Capítulo 5

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[...]

— Te ves tan hermosa durmiendo.

Bunny acariciaba la mejilla de Lilly, sintiendo lo suave que era la piel de la pelirrubia ante su tacto.

Después de que la golpeara en su nuca para que quedara inconsciente y no viera como se deshacía del cuerpo del chico, la llevo en sus brazos hasta su casa.

Fue precipitado.

Claro que sí.

No pensó dos veces para tener a la pelirrubia en sus manos. Aunque en realidad quería seguirla por todos lados y saber lo que ella le encantaba hacer, pero, todo se dio de esa manera.

La había llevado hasta el pequeño sótano de su casa, poniéndole en la cama y luego los dos grilletes en sus muñecas.

Eres diferente...

Su estómago rugió por la falta de hambre. Acarició por última vez la mejilla de la pelirrubia y se levantó. Solo quería estar en el momento justo que Lilly se despertara para poder apreciar sus hermoso ojos y su linda voz. Cerró la puerta y puso el seguro, por si acaso pasaba algo.

***

Lilly empezó a despertar, sintiendo su muñeca y nuca doler. Sus ojos trataban de acostumbrarse a la luz de la lámpara que se encontraba a lado suyo. Se removió un poco, sintiendo un objeto en su muñeca. Al instante abrió bien sus ojos, solo para percatarse que tenía unos grilletes en sus muñecas

¿Por qué estoy así?

No recuerdo...

La puerta fue abierta, haciendo que Lilly se quedará quieta y puso su vista en la persona que entraba. Bunny entró con una charola de comida y cerró la puerta, levantando un poco la vista, solo para encontrarse con la pelirrubia que lo estaba mirando aterrada en el cabezal de la cama y con sus piernas recogidas.

— Veo que ya despertaste — hizo un mohín — Quise estar contigo cuando despertarás, pero bueno.

Se dirigió hasta la cama, poniendo la charola a lado de la lámpara y se sentó en la cama. Lilly inconsciente se arrimo más al cabezal recogiendo más sus piernas, cuando vio que Bunny se sentó a lado de ella.

Bunny quiso poner su mano en la mejilla, pero la pelirrubia no le permitió y ladeó un poco su cabeza para que él no la tocará.

— N-no me toques...

— Tienes razón, recién me conoces...

— No te conozco... Y m-me das m-miedo.

— Pero si no muerdo ángel.

N-no me llames así.

— Pero si es hermoso...

— No me agrada, peor estando en esta situación. S-solo déjame salir — dijo ya sollozando del miedo.

— No irás a ningún lado. Espere tanto este momento, aunque bueno fue apresurado, pero ya no importa. Lo que importa más es que tú esté aquí, a mi lado.

— !S-solo quiero salir!. N-no me puedes tener aquí. P-por favor.

— ¡Qué no! — dijo un poco enojado al ver que la pelirrubia le gritó y peor aún quería irse. Por ningún motivo iba a dejarla a ir, así como si nada.

La debilidad de un psicópata (Primera Trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora