6. los wilder

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-Estoy harta de que me hable mal y después ser yo la que lo tenga que arreglar. A partir de ahora le voy a ignorar, ya me va a dar igual- siempre que tenían conflictos escuchaba esas palabras, pero al final siempre volvían.

Todas las personas tenemos problemas, solo que depende como lo afrontes y manifiestes.

Está el tipo 1, que representa a mi madre, los que dejan pasar el dolor para poder pasar página, aun cuando no se dan cuenta de que siguen en ella y la herida cada vez se agranda más. Seguidamente, el tipo 2 (yo), somos aquellos que sobre pensamos las cosas y aparentamos porque no nos gusta ser el centro y necesitamos mucho espacio. Y por último, el tipo 3 (Ethan y mi padre), esos que transforman todo lo que sienten en rabia y la canalizan explotando contra otras personas, sin darse cuenta de que acaban dañando a los demás. En verdad, hay otro tipo más, pero para ser honestos, nadie en nuestra sociedad confronta los problemas pensando en positivo y luchando cada día, porque al final cada trocito que te quitan, es un hueco vacío más y no se puede remediar.

-Mamá, ¿tú sabes que estoy muy orgullosa de ti y te voy a apoyar en todas las decisiones que hagas, verdad?- digo casi sin voz.

-Lo sé, ¿vendrás a la cena?- añade

-Sí, y me pondré el vestido beige que me regaló la abuela-

-Muchas gracias, cariño- me da un beso en la mejilla -Te van a caer genial, tienen dos hijos, el mayor Spencer de 20 años, que es muy guapo y estudia Fisioterapia en la universidad, y Emma de 16, que estudia danza moderna en la escuela real de artes escénicas. Estoy segura de que os vais a llevar muy bien y vais a hacer buenas migas-.


Son las nueve de la tarde y dentro de media hora conoceré por fin a los Wilder. Mi hermano se fue hace ya dos horas y a este paso no sé si vendrá. Me dijo que iría a ver unas batallas de baile callejeras con un par de compañeros y su nueva novia Anna. Ethan se cansaba fácilmente, cuando no sabía hacer los deberes, tiraba la toalla; cuando una chica no le prestaba suficiente atención, se buscaba a otra. Él tenía problemas, como los demás, pero los ignoraba y se tomaba la vida con calma o al menos eso hace pensar. 

Me he puesto el vestido de negro, un colgante de mi madre, un choker de perlas y mis aros. Me pongo un poco de maquillaje cuando suena el timbre de la puerta. Mi padre está en la ducha y mi madre preparando la cena, lasaña vegetal con costillas en salsa de miel.

-Lana, baja, ya están aquí- grita asomándose por la escalera - y haz el favor de llamar a tu hermano que seguro anda en problemas como siempre-.

-Voy- contesto.

Oigo pasos de gente en la entrada, recojo rápidamente, lanzando debajo del armario un montón de cosas y bajo a presentarme.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora