A las cinco horas de la llamada, mi madre se presentó en la cabaña.
No hablamos en todo el viaje, aunque se que por dentro se moría de ganas por preguntar. Siempre lo quería saber todo, mi madre sentía que debía controlarlo todo, la vida de los de su alrededor y todos sus problemas. Cuando veía que iba a abrir la boca, simplemente subía el volumen de la radio y fijaba mi mirada en la ventana.
Nada más llegamos, bajé del coche y fui a mi habitación. Me pasé el resto de los días en casa, vagando por los pasillos con la mirada pérdida. Ni siquiera tenía fuerzas para comer ni hablar ni vestirme. Me estaba empezando a dar cuenta de que si no lo tenía cerca me sentía totalmente sola.
Llegó el 31 de diciembre, año nuevo. Era el único día en el que mi familia entera se juntaba y aparentaba que todo iba perfecto, que no hace una semana mis abuelos se iban a separar o a mi hermano le habían pillado con drogas en la taquilla del colegio. Pero, al final, era año nuevo y a quién carajo le importaba todo lo anterior si había algo que celebrar o no para mí, la llegada de un nuevo año significa nuevos errores, nuevas heridas y cicatrices, nuevas oportunidades para ahogarte de lágrimas en el baño del instituto.
Vera corría de arriba a abajo, yendo a por las compras de último momento, envolviendo los regalos y preparando la tarta y el champán. Mi padre nos esperaba afuera, en el coche, mientras veía el último torneo de pádel de Roland Garros. Por otra parte, de mi hermano no se sabía nada, probablemente estuviera recogiendo a su novia de turno para la cena. Sin embargo, yo estaba tirada en el sofá con el pijama todavía puesto. No tenía intención de levantarme, claro que no quería ir a ningún sitio ni menos a una estúpida comida en la que tendría que intercambiar palabras con gente que solo veía una vez al año. Desafortunadamente, era la marioneta de mi madre y tenía que ir obligada a donde ella quisiese, qué importaba lo que yo pensaba: no sabía nada de S, por más que mirara el móvil no había notificaciones ni llamadas perdidas, la casa de enfrente estaba tapada y a oscuras, a veces se escuchaban leves disputas o charlas entre una pareja...
Al final tuve que prepararme a regañadientes, me puse el vestido dorado que tanto le gustaba a mi madre, me hice un recogido desenfadado con mechones sueltos y cogí un bolso a juego con unos tacones negros.
Por la mañana llamó mi hermano a la puerta, no la abrí, estaba llorando.
- Voy a pasar, me da igual lo que digas eh - dijo atravesando la puerta.
Salté de la cama y me limpié un poco las lágrimas, aunque siguiera teniendo las marcas.
- ¿Qué quieres? - logré decir.
- Tengo un problema... Uno bastante grave -
- ¿Qué problema es exactamente? -
- ¿Te acuerdas de la banda esa con la que a veces íbamos? -
- Sí, la de los niñatos esos que se creían superiores -
- Pues, bueno... El otro día estaban hablando y les oí decir algo sobre Spence, creo que iban a por él -.
Se me paró el corazón. ¿Qué tendría que ver S con esa banda? En mi cabeza no tenía sentido. Drogas, alcohol, peleas, asesinatos, narcotráficos... Eran el diablo en persona.
- Tú sabes perfectamente el pasado oscuro de Spence y la razón por la que se mudaron aquí, no te hagas la sorprendida, Lana -
- Imposible, no les conoce ni nada, además, ¿por qué coño querrían atacar tus "amiguitos" a Spence? -
- No son mis amigos, coño, me deje llevar por ellos y me arrastraron al puto infierno, es que no lo entiendes? - dió un golpe contra la pared, cabreado.
- No, no entiendo qué relación tienen esos dos, no entiendo el porqué fuiste con ellos cuando tú no eras así, tú ya no eres el mismo y eso lo decidiste tú solo.
- No sé, si tanto conoces a Spence y eso, por qué no sabías lo del vídeo de la pelea en el instituto o lo de la rubia?
- ¿Qué rubia, Ethan? - se quedó callado, parecía arrepentido por lo que acababa de salir de su boca. - ¡Qué me contestes Ethan! ¡¿Qué rubia hablas?! ¡¿Qué es eso?!
- No te lo puedo decir, no me lo perdonarían, son muy peligrosos, Lana. Y Spence está metido en ello. Solo te pido que te alejes de él, por favor, no dejes que nadie te meta en esto, NUNCA, tu vida depende de ello.
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Tenías que ser tú
Teen FictionUna chica desesperada por sentirse viva, un chico mayor que ella que le ayuda a levantarse y una historia de amores y mentiras. ¿Serán capaces de encontrarse a sí mismos por el camino, cuando ya hace tiempo que se han perdido? ¿Podrán quererse, sabi...