33. la cabaña

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Nos adentramos por un camino rocoso para llegar a una preciosa zona residencial llena de cabañas de madera y rodeadas de árboles y vegetación. Era el típico sitio mágico, de cuento. Salimos ajetreados, disparados hacia la casa. Por delante vamos Brooke y yo mientras Sheila busca las llaves y los chicos recogen nuestras maletas y demás bolsas. Nos paramos a mitad de camino esperando a que Sheila nos guiase hasta la estancia.

- No sé cómo va a estar la casa aunque mi madre vino la semana pasada a limpiar y recoger un poco los chismes - dijo rompiendo el silencio

- Da igual, nos apañamos con todo -

- Sí, a mi con dormir bajo techo me sirve - y nos echamos a reír nerviosas

- Bueno... pues ya estamos aquí -

Miro a mi alrededor, una preciosa casa de madera con grandes ventanales y paredes llenas de hiedras se alza ante nosotros. Subimos al porche donde Sheila intenta abrir el enorme portón negro. Era gigantesca. Mi familia nunca se podría haber permitido algo así. Nos recibe un amplia salón con chimenea y una cocina abierta de mármol y colores negros, la decoración era muy rústica y acogedora.

- Bueno pues ya estamos, es bastante pequeña y modesta pero es lo que había disponible cuando la compraron -

- ¡Estás de broma, es increíble! - digo fascinada, admirando el paisaje

- Claro, con la familia que tiene, no me extraña para nada - comenta por lo bajo Brooke en tono de burla

- Dice la niña con vida llena de desgracias, padre gerente de una empresa internacional y madre violinista, qué injusticia - comenta Tim sobre su comentario, empujándola un poco.

-¡Qué tonto! -

Sé que nos lo vamos a pasar bien, o al menos eso creo. Spence está muy frío y distante desde que llegó, aunque espero que se calme durante lo que queda del viaje. Ya habíamos organizado todo, los tres primeros días iríamos a esquiar a una pequeña pista cerca de aquí y los otros dos estaríamos en casa. Subimos a la planta de arriba, un largo pasillo con dos puertas a cada lado y una al final de este. Hay tres habitaciones. no sería un problema, ya lo habíamos hablado antes, Sheyla y Adler juntos, yo con Brooke y S con Tim. Guardamos la ropa en el armario y bajamos a preparar la cena.

Durante la cena, S está muy distante; no paro de mirarle y mandarle indirectas pero parece estar en su propia burbuja, como si no se diera cuenta del resto. Al terminar, ayudó a los demás a recoger los platos y al ver que sale fuera, decido ir tras él. Está sentado en una vieja hamaca, saca un paquete del bolsillo de sus vaqueros, coge un cigarrillo y lo prende. El efecto de la droga invade su rostro mientras exhala lentamente el humo por su boca, haciéndole ver muy muy sexy. 

- Hey, ¿qué haces? - le pregunto mientras me acerco hasta sentarme a su lado

- Pensar -

- Ahh y en qué piensas? -

- ¿Por qué intentas controlar siempre mi vida? ¿qué coño te pasa conmigo?

- Me preocupo solo es eso, ¿por qué intentas tú alejar a todo el mundo?

- No voy a contestar a eso -

- Vale, lo que tú quieras -

- ¿Para qué has venido aquí de todas formas, vete dentro? -

Ahí me había pillado de sorpresa, no podía decirle que me importaba y le quería, no le podía decir eso. No así. No aquí. Entonces busco una estúpida excusa.

- Venía... pues eso, a fumar. -

Se ríe irónicamente y me mira, mientras juego nerviosa con el borde de mi falda.

- ¿Desde cuándo tú fumas? buena jugada, pero conmigo simplemente no cuela, te conozco demasiado bien para saber que tú nunca tomarías. -

- A lo mejor te sorprendo, hay muchas cosas de mí que no sabes, no todo es lo que aparento. Así que me vas a dar un cigarro o no? sino le pido a Tim, tú verás.

- Joder, mira que eres cabezota - vuelve a sacar el paquete de Marlboro, lo abre, coge uno y se lo coloca en su boca - Aquí tienes enana.

-  ¿Me lo vas a dar? -

-  Cógelo tú si quieres - me desafía mientras juega con él en su boca.

Me acerco hasta que puedo sentir su aliento sobre mí, abro mi boca, me acerco a su oreja y le susurro bajito.

- Yo no juego a juegos, si quieres probarme aquí me tienes - y cojo el pitillo con la mano, dejándole con las ganas.

Salgo por la puerta y al poco rato vuelve a entrar él. 


Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora