10. lucy

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Como siempre, en la hora de la comida me toca ir al baño y sentarme en los asquerosos retretes y con las paredes pintarrajeadas de los aseos femeninos, que por cierto hace muchos años que no han sido limpiados. Cojo la bandeja con la comida: puré de guisantes con pescado a la plancha y champiñones, y me dirijo al pasillo. Estoy pasando por delante de la mesa de Kate y sus amigos cuando me ponen la zancadilla y caigo toda sobre la comida. Mi blusa, mi cara y todo mi pelo están manchados de restos de comida. Me están grabando, se están riendo y todos me están mirando a mi, la chica que se supone que tiene que ser invisible. Hago caso a mi primer impulso y cojo el plato de lasaña de Kate y se lo estampo en toda su cara, haciéndole quedar en ridículo delante de todo el colegio como también me ha pasado así. Y pues poco más tarde, estaban todos los alumnos lanzándose comida y huyendo de ella en el comedor. Eso era todo lo que recordaba, porque cuando me quise dar cuenta, compartía espacio con mi acosadora mientras el director nos echa una gran discusión sobre todas las reglas que habíamos infringido hoy y que eso supondría una sanción de 7 días fuera del recinto escolar y con una carpeta llena de deberes que tendríamos que completar si no queríamos suspender la evaluación, lo que afectaría al resto de nuestro curso escolar.

Tengo que llamar a mi tutor legal, pero no se lo quiero contar a mis padres, o al menos no así. Paso descartando un buen rato un gran número de personas, las cuales podría haber llamado, pero al final, la única persona más o menos decente que queda por llamar es S.

Marco las teclas del teléfono con mis manos temblorosas.

-Hola... ¿Hay alguien ahí?¿Sí, dígame?- contesta

Le cuento todo y accede a venir a buscarme.

En diez minutos, ya está allí, apoyado sobre el marco de la puerta mientras se ríe al mirarme con el uniforme todo manchado y con la camisa media desabrochada que muestra partes de mi sujetador de encaje negro.

-Así que te has peleado con un caníbal no?- dijo curioso

-Más o menos así, aunque con un ser un poco más peligroso- sonrío mientras me muerdo el labio inferior.

Salimos del edificio, y me paro a buscar su coche cuando él me señala una moto vintage azul grisáceo que está varada en medio de la acera principal.

-Ni de coña me voy a subir en ese cacharro- me quejo

-Oye, no le hables de esa manera ¿que te ha hecho la pobre Lucy?-

-Ah perfecto, así que eres de esos tipos que le pone nombre a sus motos, muy bien- le chincho

-No, solo le pongo nombre a las cosas especiales, por ejemplo esta moto me la regaló mi abuelo y se llama así porque era el nombre de su mujer que falleció cuando era muy joven- explica mostrándome un poco de aquel romántico y blando interior que casi no se percibe con una tan grande coraza llena de ego y carisma.

No sé cómo accedí a montarme en Lucy, pero allí estaba. Recorriendo la ciudad en moto y abrazándolo con fuerza e intentando memorizar aquel extraño olor que desprendía a su paso.

Tenías que ser túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora