A veces en la vida se necesitan hacer sacrificios, se necesita sufrir para ayudar a los demás pero yo no podía dejar que pasara eso. En cuanto lo vi salir por la puerta y abracé con todas mis fuerzas, había llegado a un límite y no podía soportarlo verlo tan mal. Vomitaba, se comía todo lo que había por el suelo, estaba muy mal. Durante los próximos días tendríamos que tenerle en una habitación en total reposo con una medicina nueva. le llevamos a casa y pusimos su camita frente a la chimenea, estaba tiritando así qué esperamos a que el fuego calentara su débil cuerpecito un poco antes de irnos a la cama todos. Me preparé un chocolate caliente y me senté en el sillón, viéndole respirar entrecortadamente y con sollozos tímidos que hacía de vez en cuando.
El siguiente día invité a Leonie a mi casa y estuvimos todo el rato con él, jugando y riéndonos, como si no hubiera pasado nada. Me gustó verle volver a disfrutar de cosas que antes ya no le daba ninguna importancia, cuando se quedaba todo el día en su camita acostado y sin moverse. Afortunadamente habían pasado ya varios días y parecía que estaba mejorando todavía está un poco perdido, sin saber a dónde ir, pero sinceramente yo también estaba como él.
Faltaba una semana y una semana y media de clases antes de las vacaciones de invierno. Los amigos de Spence me habían invitado a ir a esquiar con ellos cuatro días. Me encantaba la nieve y todo lo relacionado con ella, así que por supuesto accedí inmediatamente. Estaba muy nerviosa, no sería la primera vez que quedaría con ellos pero si la primera vez que quedaría como la pareja de S. No pareja como tal sino que necesitaban ir por parejas y Spence me lo pidió a mí, así que estaba muy contenta por ir con él y ver lo que pasaba con nosotros en el viaje. Si todavía había posibilidad de tener un "nosotros".
Estaba terminando una conferencia sobre el cambio climático que tendría que exponer en biología al día siguiente, cuando mi madre me llamó para la revisión médica que tenía que hacerme de vez en cuando para checkear que todo estaba en orden dentro de mi cuerpo, en relación con las hormonas y demás, una simple analítica.
- ¿Has acabado ya con los deberes? -
- Sí mamá, ahora voy...-
-Te espero, tranquila -
¿Qué irónico no? En realidad, mi madre nunca me esperaba para nada o yo nunca la esperaba a ella, según ambos puntos de vista. Vera siempre iba acelerada, con todo planificado a su paso, rápido, haz esto, esto y una lista interminable de tareas y pensamientos que almacenaba cuidadosamente dentro de su cabeza. Yo, en cambio, soy todo de improviso, si me apetece algo pues voy y lo hago, sin más; aunque acumulando todos mis sentimientos en una gran pelota con la que solo juego por la noches, cuando invade el silencio y la oscuridad. Suelo sobrepensar todo y siempre lo he visto como una debilidad, porque me hunde, me hace pensar todas las posibilidades que podría haber tenido y todos los errores que he cometido. No me gusta que la gente me diga lo que hago mal o que simplemente me corrija, me hace sentir acorralada; porque una cosa es que me lo diga yo pero otra distinta es que te lo señalen los demás, ahí se vuelve real y comprendes que los demás te ven cómo tú te ves: una persona horrible, caprichosa, egoísta y todo lo que sigue y que probablemente ya te lo habrán dicho.
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Tenías que ser tú
Roman pour AdolescentsUna chica desesperada por sentirse viva, un chico mayor que ella que le ayuda a levantarse y una historia de amores y mentiras. ¿Serán capaces de encontrarse a sí mismos por el camino, cuando ya hace tiempo que se han perdido? ¿Podrán quererse, sabi...